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LUCY AMPARO BASTIDAS PASSOS
Nada más sabroso que hablar de lo que uno cree saber y que le gusta. Y pues sí, las personas subidas ya en el sexto piso, algo sabemos de cualquier cosa. Así que en días pasados estuve en México, invitada al 11º. Congreso Mundial de Bambú, donde hablé de construcciones con guadua en Popayán.
Colombia goza de guadua nativa abundante: la Guadua angustifolia, que es un bambú; una gramínea gigante, una de las 1632 especies de bambú que existen en el mundo. Nuestra guadua es uno de los 20 bambúes más resistentes que permite hacer construcciones durables y permanentes. Un sistema poco empleado en otras partes del planeta, como en Asia que aunque tiene diversos bambúes se construyen viviendas temporales que pueden durar únicamente entre 12 y 14 años, pues se deja el bambú expuesto a la intemperie. En Colombia el uso del bahareque es milenario. Consiste en emplear esterilla de guadua recubierta de tierra en paredes, costumbre que desde la época precolombina los nativos usaban. Luego en la colonia también se utilizó, dando como resultado poblaciones con siglos de duración como Popayán y tantas otras ciudades coloniales.
Parte de la historia del eje cafetero nos habla de la colonización por migrantes del Cauca, Antioquia y Tolima, quienes al llegar encontraron un mar verde de guadua en lo que hoy es Risaralda, Caldas y Quindío. Los migrantes llevaron su conocimiento constructivo, y con guadua levantaron a fines del siglo XIX y principios del XX, más de 100 poblados con bahareque que hoy existen en perfectas condiciones. Diez de ellos fueron declarados junto a su paisaje natural y cultural, Patrimonio de la Humanidad.
La historia demuestra que Colombia es uno de los países donde la tradición constructiva con guadua logra mantenerse, y desde hace tres décadas modernizarse. Veamos como inicia este proceso modernizador de las construcciones con guadua de forma durable. Resulta que en la década de los 70s del siglo XX, el arquitecto Oscar Hidalgo López, siendo profesor de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, tuvo un alumno que planteó una tesis de grado con una investigación sobre el uso de la guadua para construcción. El muchacho entusiasmado adelantó el trabajo, con la mala fortuna de que fue atropellado por un vehículo en Bogotá, y muere. Oscar, como homenaje, y entremezclando dolor y curiosidad, decide continuar la investigación que consigna en el libro Bambú, que contiene silvicultura, artesanías y construcción con guadua.
El boom de la guadua en Colombia, que luego se extiende a los países Andinos, comienza con este libro que cuatro arquitectos colombianos de distintas universidades y en distintas ciudades, y sin conocernos nos refrescamos con el viento del libro Bambú, que leímos y quedamos como tatuados de por vida con fibras de bambú.
Los cuatro arquitectos: Carlos Vergara en Cali, precursor de la primera estructura gigante con guadua en el Club Cañas Gordas de esa ciudad. Infortunadamente por su adicción al cigarrillo, muere tempranamente. Jorge Enrique Robledo, oriundo del Tolima, siendo profesor en Manizales escribe el libro Un siglo de bahareque en el Antiguo Caldas. Hoy retirado de la docencia es un brillante Senador de la república. Simón Vélez, nacido en Manizales, diseña y construye arquitectura monumental con guadua. Y quien escribe esta columna, nacida en Pasto, y radicada desde la adolescencia en Popayán, se dedica a construir vivienda en urbanizaciones con guadua usando técnicas mixtas hoy llamadas técnicas inteligentes, es decir usando la guadua donde se debe.
De los pioneros quedamos dos, pero afortunadamente ahora en América, hay decenas de arquitectos que construyen con guadua, uno de los bambúes prodigiosos del mundo que abarata la vivienda y mitiga el impacto ambiental en construcción.
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