América Latina tuvo una avanzada importante del progresismo en los últimos 15 años, por las actuaciones protagónicas a cargo de Hugo Chávez (QEPD) en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, los Kirchner en Argentina , Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff en Brasil, Rafael Correa en Ecuador, Michelle Bachelet en Chile y Petro en Colombia. Sin embargo, desde la salida de Petro el progresismo se ha venido a menos, no quiere decir esto que el pensamiento de Suramérica haya girado a la derecha, es el fracaso de sus líderes, porque el sentimiento progresista está ahí, presto a ser conquistado.
La pausa en el avance del progresismo tiene su origen en la pérdida paulatina del poder, cuyas causas tienen que ver con la arrogancia de sus líderes, la corrupción y la falta de estructuras partidistas, ya que lo que hemos visto son movimientos caudillistas, es decir, se le ha dado más importancia a la perpetuación de sus líderes en el poder, que al fortalecimiento de los partidos. Ejemplo, Correa en Ecuador, los Kirchner en Argentina, en fin los mismos del primer párrafo, excepto Michelle Bachelet de Chile, que proviene de la coalición de partidos de izquierda estructurados y después los ex gobernantes de Brasil. Por supuesto Nicolás Maduro, personifica todos los errores de la tendencia política, es inepto, arrogante, corrupto, etc.
El progresismo de España no ha escapado a los defectos que desacreditan la ideología, de hecho las actuaciones arrogantes de su líder más visible Pablo Iglesias, han llevado a la izquierda Española a retroceder en más de un millón de votos en las votaciones del pasado 26 de junio, en relación con las votaciones de diciembre pasado. Hoy la opción que les ofrece el camino menos accidentado es apoyar a Pedro Sánchez de PSOE. Apartarse seria dejar la vía libre al conservador Partido Popular de Mariano Rajoy.
Los Godos han llegado a llenar el espacio que han perdido los progresistas por su arrogancia y mala administración, no por avances reales de la derecha. Una nueva avanzada del progresismo debe hacerse con la conversión de los movimientos en verdaderos partidos políticos, con criterios de democracia y participación, tratando de impulsar nuevos liderazgos y formas de hacer política. El progresismo en Colombia está por definirse; hasta ahora el nombre lo ha tomado el Petrismo, representando un ala más radical de la izquierda. La tendencia política debe estar más orientada al centro con vocación democrática y ciudadana. Las permanentes decepciones que sufrimos por las malas actuaciones de nuestros gobernantes, han abierto el camino para el posicionamiento de un movimiento progresista que busque la forma de cambiarle el rumbo a este país, con libertad y justicia para todos. Progresismo no Petrismo.
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