RECONOCIMIENTO MERECIDO Y DEUDA HISTÓRICA

EDITORIAL

Por: Danilo Reinaldo Vivas Ramos

Varios medios de comunicación el pasado 2 de junio hicieron un importante despliegue en honor al campesinado colombiano, indicando que se celebraba su día, y por lo tanto se les saludaba y reconocía su importante e invaluable trabajo en las labores del campo, incluso El Nuevo Liberal publicó un extraordinario reportaje fotográfico al respecto, destacando las diferentes labores que hacen nuestros campesinos, destacando las de orden productivo y las asociadas a la comercialización de sus productos, así como la conservación de las delicias culinarias que, de generación en generación, han transmitido y que hacen parte de nuestra variada gastronomía caucana.

Ante este hecho, se expresaron reclamos e inconformidad poque según la historia, el Día del Campesino no se celebra en ese día, ya que en el año de 1965, durante el gobierno de Guillermo León Valencia, se estableció que el primer domingo del mes de junio se celebraría, a fin de hacer un justo reconocimiento a los campesinos y campesinas por su participación en el desarrollo económico regional y nacional, en su aporte a la seguridad alimentaria de los territorios y en la conservación de las tradiciones culturales rurales del país.

Sin temor a equivocarnos podemos asegurar que la contribución del campesinado en los procesos de lograr una nación autosostenible, culturalmente diversa y rica en recursos naturales es trascendental, labor que desde hace algunos años se ha venido afectando por los múltiples y variados problemas que presenta el sector rural, entre ellos el tema de la tenencia de la tierra, la cual aún está concentrada en pocas manos o dedicada a otras actividades, reduciéndose su labor a pequeñas unidades productivas – minifundios,  que permanentemente están amenazados, en el caso del Cauca por la prevalencia de distintas violencias que históricamente han derivado en desplazamientos y migración a centros urbanos de familias campesinas enteras o de sus hijos ante la precariedad de las condiciones de vida, debido a que sus necesidades básicas no están satisfechas, bajo la expectativa de encontrar en las ciudades mejores oportunidades para ellos, generando una brecha generacional muy grande que, en poco tiempo, de no corregirse, la población campesina se va a reducir significativamente y con ello el impacto que aún tiene.

La historia del campesinado en Colombia y en general en el mundo, ha estado ligada a la producción agrícola, la cual ha determinado a su vez la ubicación geográfica de las familias campesinas y su lugar en la economía nacional. En nuestro caso, cuando debido a la focalización de la economía del país en actividades extractivistas y de comercialización de productos mineros y energéticos, aunados a la suscripción de TLC con varios países del mundo, que incluyeron aspectos de tipo agropecuario, las actividades productivas de nuestros campesinos se han visto bastante diezmadas, con los consecuentes efectos en sus niveles de bienestar y prosperidad, muchos ahogándose, junto con sus familias, en niveles de pobreza aguda y pauperización social, una verdad inocultable que requiere de parte de los gobernantes una mayor atención para reconvertir el estado de cosas que les ha determinado la condición de vida actual. Con la plena seguridad de que, como en épocas pretéritas, el campo colombiano volverá a reverdecer y aportará significativamente al desarrollo de las regiones y del país.

Un prerrequisito para que la población campesina colombiana siga aportando con su trabajo, su cultura y su identidad como quisiéramos, la cual se mantiene gracias a su capacidad resiliente, es avanzar, como el mejor homenaje y reconocimiento a su labor, en el cumplimiento del Acuerdo de Paz, que en el primer punto propende por una verdadera reforma agraria que, desde el gobierno de la Revolución  en Marcha de Alfonso López Pumarejo y de la Reforma Agraria impulsada por Carlos Lleras Restrepo, está aplazada, permitiendo que no vuelva a suceder el éxodo de campesinos a nivel nacional que, desde 1997 hasta el 31 de julio de 2011, asciendo a 3.700.389 personas, según la Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional (Acción Social)

¡Aún tenemos tiempo! Ojalá que el domingo 19 de junio próximo, podamos iniciar el proceso de saldar la deuda histórica que tenemos con nuestros campesinos y el sector rural del Cauca y del país.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.