Columna de Opinión
Por: Álvaro Jesús Urbano Rojas.
Este 29 de junio, escuché una de las mejores exposiciones, en lo que a rendición de cuentas se refiere en el municipio de Popayán, muy completa, clara, admirable y didáctica. El evento se desarrolló con la participación del gabinete, en el marco de la toma de posesión de los presidentes de las JAC y JAL del municipio.
Hay que reconocerle a la administración municipal, sus grandes esfuerzos por hacer un excelente ejercicio en el informe de gestión, pero preocupa e indigna a los habitantes de Popayán, encontrarse con una ciudad en crisis, caótica y el deterioro, con un centro histórico que da grima, muchos de sus monumentos históricos vandalizados, sin obras de mantenimiento y restauración, muchas de ellas, declaradas patrimonio cultural de la Nación y verdaderos íconos de esta ciudad.
La institucionalización del Centro Histórico luego de su reconstrucción, lo convirtió en la principal centralidad de la ciudad, pues allí se ubican las principales oficinas públicas, la mayor parte de las universidades y centros educativos del nivel superior, con aproximadamente 50.000 estudiantes, así como los principales templos y zonas comerciales. Esta situación ha llevado a que en el Centro se presenten conflictos de usos, movilidad y deterioro del espacio público, un ejemplo de ello es el Parque Caldas, usado la mayor parte del tiempo en horarios diurno, como plaza de eventos, pero en horas de la noche es un lugar vacío, lúgubre e inseguro.
El Centro Histórico de Popayán, dejó de ser el área matriz de la ciudad, por la invasión de su espacio público, ausencia generalizada de sitio de parqueo y la proliferación de habitantes en condición de calle, lo que, aunado al crecimiento de la ciudad, dio origen a nuevos desarrollos comerciales, como Campanario y Terraplaza, obligando a las autoridades locales a replantear el centro histórico como un área de oportunidad para la construcción de memoria urbana e identidad local.
El centro histórico de la ciudad, tiene carencias en el control de velocidad de motocicletas y autos de servicio público, lo cual rompe el paisaje, la tranquilidad y contamina el aire, los sitios cierran demasiado temprano y no dan tiempo de recorrer la ciudad con tranquilidad.
Es urgente en el sector histórico la recuperación de andenes en mal estado, la reducción de la circulación vehicular con el establecimiento de parqueaderos en los bordes del mismo, intervenciones en los principales elementos del espacio público del Parque Caldas, el Parque Mosquera y el Río Molino, y el desarrollo de un proyecto, moderno, funcional y constitutivo de polo de desarrollo, concertado con los propietarios del Centro Comercial Anarkos, para la recuperación física del inmueble y del espacio público a su alrededor.
Pedalear y caminar crea una identidad fuerte y es de las mejores maneras de experimentar la ciudad, por lo que mejorar y construir andenes y ciclorrutas es más económico y requieren un menor presupuesto para su mantenimiento, esta inversión, además, trae mayores beneficios para la salud y la calidad del aire.
Hay que insistir en la recuperación de la plaza de mercado del barrio Bolívar modernizándola e integrándola a una red de sendas peatonales teniendo como punto de confluencia el Puente del Humilladero, con una red que integre los cerros tutelares al centro histórico con la construcción de un centro interactivo ambiental con el fin de integrar la comunidad al turismo.
En la actualidad hay una gran disminución de las licencias, de construcción y restauración, siendo una prioridad por incentivar dentro del centro histórico con el PEMP, pues se cuenta con una normativa estricta que desestimula la inversión y lo hace un espacio en extremo, limitado, deshabitado sin conservación integral original. Por lo que requiere de una norma flexible, concertada con la comunidad, que estimule la permanencia de sus habitantes y, por ende, una preservación de los inmuebles, con una reglamentación que no solo plantee cargas sino beneficios para los propietarios de los inmuebles declarados patrimonio nacional.
El centro debe tener árboles, plantas, agua, sombra y todos los elementos naturales agradables al hombre. Estos elementos deben ser armónicos con los edificios y con sus formas arquitectónicas, los valores plásticos y sus colores el centro como el lugar propicio para unir las artes y hacer que el ciudadano sea actor y espectador de la vida social, pues, sólo así, es posible desarrollar una cultura cívica. De una u otra forma, la disciplina urbana pensó su quehacer en función de la sociedad, en función de unir la gente, facilitar contactos directos y el intercambio de ideas, dar vida a los centros de la ciudad.