EDITORIAL
Por: Danilo Reinaldo Vivas Ramos
Los colombianos amanecimos ayer con una buena noticia: la aprobación, por unanimidad en el Senado de la República, del proyecto de ley «por el cual se establecen medidas tendientes a la reducción gradual de la producción y consumos de ciertos productos plásticos de un solo uso», después de que lo hiciera la Cámara de Representantes, proyecto que se venía tramitando meses atrás y que durante cinco (5) años, iniciativas en esta misma dirección, tuvieron todos los obstáculos habidos y por haber en su trámite, cuestión muy común en las dinámicas del Congreso cuando sus decisiones pueden afectar intereses de sectores económicos o políticos específicos, que llevaron a que en varias ocasiones fueran archivados, lo cual evidenciaba la existencia de fuerzas internas y externas que dificultaban su aprobación.
Cuando la ley aprobada quede en firme, después de la etapa de conciliación que tiene que surtir, a fin de que el presidente de la república la sancioné, el gobierno deberá redactar un Plan de Adaptación Laboral y reconversión productiva en trabajadores y empresas involucradas en la industria del plástico del país, ya que de la ley se infiere la prohibición de la fabricación de este tipo de materiales, su comercialización y uso, que deberá sustituirse. La ley contempla unos tiempos para el reemplazo del plástico de un solo uso por otros más amigables con el medio ambiente, a fin de contribuir a la mitigación de los daños causados al ecosistema. La ley establece el año 2025, para que los plásticos de un solo uso desaparezcan en nuestro país, fecha que debe estar en correspondencia con el proceso de adaptación, en la que poco a poco se deberán ir sustituyendo por otro tipo de material biodegradable.
El texto contiene un total de 35 artículos y prohíbe el uso de 14 plásticos, algunos de ellos de los más usados en el día a día de la población, tales como bolsas de plástico de uso permanente en supermercados y la mayoría de los establecimientos de comercio, bolsas para embalar periódicos o facturas, los copitos de algodón, los pitillos, los envases y recipientes para transportar comida, así como los platos y cubiertos de plástico, entre otros, los que irán desapareciendo de manera gradual. De estas restricciones quedan exceptuados plásticos de un solo uso utilizados para propósitos médicos, el envase de productos químicos que presentan riesgo y la conservación de alimentos, líquidos y bebidas de origen animal.
La decisión tomada por el Congreso de la República responde, en buena medida, a atender una de las mayores preocupaciones globales: la generación desmedida de residuos sólidos, especialmente plásticos, atemperándose, de esta manera, a lo que vienen realizando distintos países del mundo de tiempo atrás, al formular políticas que contribuyan a minimizar la acumulación de estos residuos en el planeta o corregir los impactos generados por estos. Acción que está enmarcada dentro de uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS, adoptados por la ONU, que establece: “Producción y consumo responsables”, para garantizar modalidades de consumo y producción sostenible, lo que determina un cambio profundo de conducta del consumidor y de los productores, que se sintetiza en las 3R, que orientan a la población mundial a la Reducción, al Reciclaje y a la Reutilización para alcanzar una gestión y un uso más racional, consciente y eficiente de los recursos naturales que disponemos a fin de disminuir la generación de residuos y reducir que los desechos químicos sean liberados, ya sea al agua, el aire y la tierra, con las consecuencias que hoy toda la humanidad las está sintiendo en el fenómeno conocido como el cambio climático.
Según los ponentes del proyecto de ley, ésta contiene disposiciones pedagógicas y punitivas a quienes no cumplan con las disposiciones, entre las que se contemplan multas, decomisos y clausuras temporales, indicando que el dinero que se recaude por estas sanciones será destinado a programas de limpieza y recuperación ambiental. Se espera, desde esta casa editorial, que esta ley, no vaya a quedar como muchas en nuestro país, solo en el enunciado, lo que lleva a que los ciudadanos comprometidos con el planeta seamos vigilantes de su aplicación y desarrollo.