Hay una línea temática en tus libros: dar salida a la voz de los que no la tienen. ¿Hay algo más?
G.- La voz del poeta es catártica. Es la expresión del momento, de lo que araña adentro, de la necesidad de dar forma a lo intangible con los recursos verbales que se tienen.
La poesía no es solo recreación estética. ¿Puede ser caos, desequilibrio o política?
¿Qué tiene la poesía contemporánea respecto de la poesía clásica?
Los críticos literarios dicen que los narradores son los más grandes poetas ¿Qué opinas al respecto?
G.- No soy tan lapidaria. Sucede que la poesía nos acecha a la vuelta de la esquina. Hay poesía en el genial desequilibrio formal de Pedro Páramo o en el laberinto de Cien Años de Soledad, en algunos artículos periodísticos o disecciones filosóficas, pero el poeta es el artífice de esa mixtura –hasta ahora inefable- donde el sentimiento se desnuda en palabras que hacen lo posible por responder al reto.
¿De dónde viene la resistencia de tu palabra poética y de tus columnas periodísticas?
G.- Debe ser la necesidad de encontrar la cuadratura del círculo.
Qué es más difícil de escribir. ¿Un soneto o un verso libre?
G.- No se trata de que sea difícil o no en el sentido literal de la expresión. La poesía medida o no, rimada o libre, es confiable en tanto responda a los requerimientos del oído musicalizado que debe poseer el autor. No hay tiempo para medir ni necesidad de planificar. Surge espontáneamente como la luz, siempre investida con el misterio que la hace indefinible.
¿Responden los nuevos poetas de Popayán a los requerimientos del siglo XXI?
G.- Los jóvenes poetas de Popayán son, como todos hemos sido cuando nos tocó, cajas de resonancia armados de una rebeldía hija del asombro y la necesidad de libertad. Se me ocurre que lo importante debe buscarse más allá de la forma. Hay, como siempre ha habido, una lucha soterrada o evidente entre pasado y presente, que hoy amenaza con sepultar eso que tan acertadamente define George Steiner como “la capacidad de sentir”.
Poemas
CATHERINE
Soy mi propia rival. La única rival a batir en Río, soy yo misma.
Catherine Ibargüen
Muslos de acero/ risa en banderola/ armazón de bambú/ De pronto volanderos/ el tórax/ la cintura/ las nalgas de carey/ ¡Madre mía, Colombia y su estatura!/ ¡Sus adelgazamientos tricolores!/ ¡Madre mía/ que vuela esta muchacha!/ Rataplán, morenaza de chachajo/ rataplán, junco estrella/ manglar nuestro/ orquídea regia/ humilde adormidera/ Negra azul/ negra roja/ negra amarilla al viento/ Te abriste entre guijarros/ a golpe duro/ a músculo valiente/ para precipitarte en el vacío/ como una fiera en celo/ y elevarte de nuevo/ cintarazo/ fusión.
¡Zuás la marimba!/ ¡Zuás la lagartija!/ ¡Zuás tu mezcla de coco y de manzana!/ ¡Zuás nuestro origen de tabaco y nieve!/ ¡Zuás el tobillo al filo!/ El vientre en arco/ suda/ se contrae/ ¡Salud por tu primera ensambladura/ por los tatarabuelos/ que duermen en tu hamaca/ por los pantanos/ por los herbazales/ donde la mama negra/ amamantó con sangre y rebeldía/ este gusano ciego!/ Ibargüen/ Ibargüeña/ Ibarceleste/ podríamos llamarte Candelaria/ o cóndor o gacela/ pero no es solo eso/ es saber que venimos del desierto/ leernos manuscritos en tus ancas de rana/ sentirnos manumisos/ olernos cimarrones/ Salud por tus ingrávidas caderas/ por el empeine tenso/ por la dura rodilla/ que conoce/ las fisuras del viento/ Un mordisco te basta/ para engullir la espina/ y descender erguida/ Silencio/ no respiras/ mueves en el tablero murciélagos y estrellas/ ¡Jaque mate!
Gloria Cepeda Vargas
Reconocimientos
Medalla de Oro y diploma. Real Academia de Artes y Letras de Bruselas (Bélgica), 1993
Segundo premio Concurso Internacional de Poesía. Montevideo (Uruguay), 1994
Premio de Poesía “Jorge Isaacs”. Gobernación del Valle del Cauca. Cali, 1995
Premio Internacional de Cultura por Vida y Obra. Gran Fraternidad Universal. Túnez (África), 1997
Mención Casa de las Américas. La Habana (Cuba), 2000.
Tiene diez poemarios publicados y es columnista y colaboradora de periódicos y revistas en Colombia y Venezuela.
Acerca de su obra
La entrega de Gloria Cepeda Vargas a su vocación poética es total. Es una labor titánica y una pasión sin medida.
Águeda Pizarro Rayo
En Colombia y Ahora, de Gloria Cepeda Vargas, sacude como un rayo que nos divide en dos y nos siembra al otro lado de la muerte.
Guiomar Cuesta Escobar
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