WALTER ALDANA
Tan similar a cuando se presentó el triunfo de Obama (afroamericano, joven, aperturista político, etc.), los países de América Latina vivimos con expectativa los últimos días de las elecciones en Estados Unidos de Norteamérica.
El bipartidismo de la potencia del norte, entre republicanos y demócratas, algo similar a liberales y conservadores en Colombia; claro que con algunas diferencias filosóficas y políticas entre sí, en la forma de entender la relación con los demás, el medio ambiente, las leyes migratorias el racismo, etc, pero su convencimiento de la supremacía y papel de policías en el mundo es propio de las dos colectividades. Por lo anterior es que no debemos hacernos muchas ilusiones en el cambio estructural de su forma de relacionarse con los demás países.
Recordemos, la construcción del muro de la infamia, tan adorado por Trump se inició en 1994 bajo el gobierno de Bill Clinton; Obama desistió de usar sus poderes ejecutivos para avanzar la reforma migratoria, ni se retiró militarmente de Irak y aunque dio apertura a la embajada de su país en Cuba, renovó el 16 de Febrero de 2016 la “Ley del Comercio con el Enemigo” que solo aplica a la isla caribeña.
Para ellos Cuba y Venezuela “siguen siendo dictaduras” y el referendo de Chile y el regreso de Evo en Bolivia son pasos socialistas en su patio trasero.
Frente a la promesa del perdedor Trump de hacer nuevamente de EE.UU. una nación fuerte, rica y segura, aparece Joe Biden con importantes compromisos de campaña: “reconstruir el alma del país”, “terminar esta siniestra era de la demonización”, “Estados unidos es un solo país”. Clara referencia al respeto a las y los venideros (su vicepresidenta Kamala Harris es hija de inmigrantes), en contra del racismo, a favor de enfrentar científicamente el covid-19 y de regresar a los pactos mundiales ambientales, vendrá igualmente el restablecimiento de las relaciones con Cuba. Se va la imagen desagradable de Trump y llega Joe Biden con la posible intención de suavizar la aplicación de las políticas globales del imperio… ¿qué suerte le espera a Colombia, sobre todo en relación a cultivos de uso ilícito?