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Por: José Dueñas.
Francisco José de Caldas, coronó hace doscientos años (29 de Octubre de 1816), con muerte gloriosa y sufrida, en la antigua plazuela de San Francisco, de Santafé de Bogotá. Caldas tuvo una existencia corta en días y larga muy larga en merecimientos. Francisco José de Caldas y Tenorio; nació en Popayán, el 4 de Octubre de 1768, bautizado en la Iglesia Catedral en noviembre del mismo año, fue el quinto y primer varón de una familia de quince hermanos, su madre Doña María Vicenta Tenorio y Arboleda, descendiente del Conquistador Don Sebastián de Belalcázar, su padre el Alférez de la Compañía de Forasteros de Santa Fe, don José de Caldas Rodríguez y Camba, oriundo de Caldas de Reis en Galicia. Los estudios primarios los hace en la Escuela de don Joaquín Basto, en plena Plaza Central de Popayán. Se gradúa en Latinidades y Filosofía, e inicia estudios en Matemáticas en el Seminario Mayor Arquidiocesano de Popayán; terminando los estudios a los 19 años. Viaja a la Hacienda familiar en Paispamba, donde ayuda a su padre en la construcción de un molino para el trigo, artefacto que subsiste hasta hoy.
A sus 19 años, fue enviado por sus padres a estudiar en la Universidad Santo Tomás y el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, hoy Universidad del Rosario, en Santafé de Bogotá; donde adelanto estudios de Jurisprudencia. Evocando éste momento de su vida, el propio Caldas escribe: “Me enceraron en uno de eso colegios, en que no se veía otra cosa que desatinos de materia prima, me pusieron a Vinio entre las manos”. Caldas habla de su paso por la Universidad así: “…A pesar de castigos, reconvenciones y ejemplos, yo no pude tomar gusto a las leyes ni a Justiniano, y perdí los tres años más preciosos de mi vida”.
Regresa a Popayán en 1792, a sus 24 años de edad, donde comienza a interesarse por en los estudios de Astronomía. A su vez, asesora a su padre en el tema de conflictos judiciales propios de sus negocios. Fue designado Padre General de Menores en 1793 (Juez de Menores), el rector del Colegio Seminario, Juan Mariano Grijalba, le proponen dictar la cátedra de Derecho Civil. A los ocho meses debió retirarse de los cargos que ejercía, por prescripción de un médico, dedicándose al comercio y su formación personal.
En 1795, se ausentó de la región, para incorporarse al comercio de la quina, las estameñas y telas, entre Quito, La Plata y Timana, por lo cual pudo regresar en forma plena a los estudios y actividades investigativas que anhelaba desde su infancia. Oportunidad que aprovechó para determinar la posición geográfica de los lugares que visitaba y para realizar observaciones de la naturaleza y de los usos y costumbres de los distintos pueblos. Su equipo de trabajo básico se componía de un barómetro, una brújula y un termómetro. Caldas, escribía: “Para llenar los días vacios de negocios y separado de las conversaciones de los ciudadanos, me ha llamado la naturaleza; ella me encanta y me arrebata, estoy hecho un observador común. La multitud de plantas nuevas para mí, me han llenado muchas horas; los peces, animales, ríos, colinas, genios, usos, costumbres, comercio, población, vicios y virtudes de sus habitantes llenan todos mis momentos.”
En 1796, regresa a Santafé de Bogotá, con miras a “mercadear”; en ésta ciudad encuentra un ejemplar de Astronomía de José Jerónimo de Lalanda, y los elementos del abate Etienne Bézout, para los guardias marinos de Francia. Obtiene información de los trabajos sobre la Expedición Botánica del botánico, geógrafo, matemático, médico y docente José Celestino Mutis y Bosio. Y adquiere una brújula, un barómetro de mar, dos termómetros, un octante de Hadley y un sextante de reflexión. Sin apenas disponer de medios adecuados de trabajo, en las «tinieblas» que rodeaban a América, según su propia expresión. Realizó investigaciones y descubrimientos que sorprendieron a hombres tan ilustres como José Celestino Mutis, al igual que al geógrafo, astrónomo, naturalista y explorador alemán Alejandro de Humboldt, de los que fue amigo y compañero.
A su regreso a Popayán, Caldas adelanta estudios pormenorizados sobre cartografía, como lo demuestra su interés por conocer los detalles de la Expedición que demarcó los límites entre las posesiones americanas de las coronas española y portuguesa durante la década de 1750, ya que sus resultados arrojaron nuevas luces sobre el lugar donde nace el río Orinoco, obligando a corregir los mapas de la región.
Después de diversos experimentos observó que «la temperatura del agua destilada, en ebullición, es proporcional a la presión atmosférica», nueva ley física que le permitió medir las alturas mediante nuevos procedimientos y que sería utilizada después por Humboldt, quien sorprendentemente se olvidó en este caso del inventor. El denominado hipsómetro, instrumento inventado por Caldas, que sirve para medir la altitud de un lugar, observando la temperatura que alcanza en ese sitio el agua cuando empieza a hervir.
En mayo de 1797, calcula la latitud de Popayán usando como referencia los trabajos de Pierre Bouguer y ya tiene preparado el borrador de un mapa de la provincia, diseñado mediante el trazado de una meridiana, junto con otros cálculos astronómicos y topográficos. Este bosquejo estaba destinado a servir de base para levantar un mapa más grande y preciso, que cubriera la zona entre Popayán y Fortalecillas. Este mismo año, el Cabildo de Timaná le pidió elaborar un mapa de la región, con el propósito de dirimir un pleito jurisdiccional con el Cabildo de La Plata. Esta es la primera aplicación que hace Caldas de sus conocimientos científicos en un caso concreto de la vida política del reino.
Caldas elaboró el mapa del río Magdalena desde Neiva hasta su nacimiento y visitó las estatuas indígenas en San Agustín, así como las minas de plata cercanas a Timaná, origen de la disputa de este cabildo con el de La Plata.
En 1798, Caldas cumple 30 años de edad, recibe el Almanaque Naútico y Efemérides Astronómicas publicado por el Observatorio Real de Cádiz que le ha enviado desde Santafé su amigo Diego Martín Tanco. El cultivo de la astronomía lo motivó de tal manera que adaptó un pequeño montículo a manera de observatorio en el patio de su casa, que se conserva actualmente con las piedras originales. Durante este período, Caldas se refiere por primera vez al gran proyecto que persiguió a lo largo de su vida: la elaboración de un Atlas y de un Mapa General de la Nueva Granada, con sus criterios científicos.
En enero de 1800, sube al volcán de los Coconucos en compañía de su amigo Antonio Arboleda, donde realizan trabajos en química y meteorología. En el transcurso de los meses siguientes, Caldas perfecciona sus conocimientos botánicos gracias al sistema taxonómico de Linneo. Su entusiasmo por las ciencias naturales ha contagiado a algunos de sus amigos en Popayán, tal es el caso de Antonio Arboleda Arraechea, Juan José Hurtado y Jerónimo Torres Thenorio, hermano de Camilo Torres.
En 1801, Caldas tiene ya 33 años, es una época muy importante de su vida; su primer Artículo Científico, donde describe la medición barométrica efectuada en 1796 en el Cerro de Guadalupe, es publicado en el periódico Correo Curioso de Santafé, lo cual le abrió las puertas de la comunidad ilustrada de la Nueva Granada. Caldas interesado en la botánica, se había relacionado con el sabio José Celestino Mutis, y a través de éste, con el alemán Alexander von Humboldt, quien preparaba un viaje a Quito. El alemán quedó sorprendido de la precisión de los instrumentos del caucano, pero rechazó su propuesta de acompañarlo en el viaje que proyectaba por América. Tras permanecer tres años y medio de estudios e investigación en Ecuador, en 1804 Caldas publicó Viaje de Quito a las costas del océano Pacífico por Malbucho y Viaje al corazón de Barnuevo.
Por éste periodo, comienza su correspondencia con el director de la Expedición Botánica, con José Celestino Mutis, quien se muestra interesado en su trabajo y le obsequia la Filosofía Botánica y el Sistema Naturae de Linneo.
En 1802, Caldas reside junto a Alexander Von Humboldt y Aimé Bonpland en la Hacienda de Chillo, propiedad del Marqués de Selva Alegre en Quito. Este encuentro afianzó y complementó su formación científica, lo que sería un factor decisivo en sus investigaciones posteriores. Éste año también es agregado por Mutis a la Expedición Botánica de la Nueva Granada y sube a los volcanes cercanos realizando todo tipo de observaciones.
A mediados de 1803, el Presidente de la Audiencia de Quito, Francisco Luis Héctor, Barón de Carondelet, lo contrató para diseñar el mapa de la zona comprendida entre la ciudad de Ibarra y la costa pacífica, donde se pensaba habilitar el camino de Malbucho, una vía para estimular el desarrollo económico de la región. Durante esos meses se entrevistó con los miembros de la Expedición Botánica del Perú y gracias a un instrumental astronómico de primera calidad, un Cuarto de Círculo de Bird que le compró a Humboldt, así como un telescopio y un cronómetro de Émery que le envió Mutis desde Santafé, logró observar el tránsito de Mercurio frente al disco del Sol y efectuar las mediciones necesarias para establecer las coordenadas de Quito, reseñas indispensables para diseñar el mapa general de la Nueva Granada en el futuro.
Debido a la precaria salud de Mutis, retornó a Santafé el 10 de diciembre de 1805 con un herbario considerable y una cuantiosa información geodésica.
En 1805, se vinculó como astrónomo a la Real Expedición Botánica y fue nombrado director del Real Observatorio Astronómico de San Carlos, construido por iniciativa de Mutis entre 1802 y 1803 en el solar de la Casa de la Botánica, actualmente se denomina Observatorio Astronómico Nacional; donde se dedica a recopilar datos astronómicos, meteorológicos y topográficos, así como a ordenar las mediciones reunidas durante sus viajes, las cuales le permitirían elaborar sus ‘Perfiles de los Andes’, una obra cartográfica monumental que reúne estudios barométricos, botánicos y geodésicos.
A la Real Expedición Botánica de 1805, aportó Francisco José de Caldas dieciséis cargas de diversos materiales y dos volúmenes descriptivos de usos, costumbres, industrias, agricultura, tintes, recursos, población, enfermedades endémicas, vicios y literatura de la zona que había recorrido entre marzo y diciembre de ese año. Salió de Quito hacia el norte, exploró la región situada entre los ríos Chota y Guáitara, la provincia de Pasto, la de Popayán hasta Quilichao, las cercanías de Cali por el occidente y hasta el páramo de Guanacas por el norte, La Plata, Timaná, Neiva y otros distritos del alto Magdalena.
A finales de año 1807, e inicios de 1808, hace realidad la creación de un espacio oficial para la divulgación científica: comenzó la publicación del Semanario del Nuevo Reino de Granada, que posteriormente completaría con las Memorias, donde apareció el grueso de su obra científica. El Semanario contó con la colaboración de importantes intelectuales neogranadinos y circuló entre 1808 y 1810, complementado por la publicación de Almanaques con información astronómica. En sus páginas se publicó uno de los ensayos más famosos de Caldas, titulado Estado de la Geografía del Virreinato de Santafé de Bogotá con relación a la economía y al comercio, un documento que promueve los estudios geográficos y su aplicación en la política y la economía.
Debido a la crisis de la monarquía española, iniciada en 1808 con la invasión del ejército napoleónico y con el cautiverio del rey Fernando VII, la Nueva Granada comienza una transformación política sin precedentes hacia un régimen republicano de corte moderno, donde las juntas organizadas en las capitales provinciales dieron paso a la formación de Estados soberanos e independientes, en el que se involucran Caldas y muchos de los criollos ilustrados.
A comienzos de 1809 y tras un período de incertidumbre ocasionada por la muerte de Mutis, el Virrey Amar confirma a Caldas como encargado de la parte Astronómica y Geográfica de la Expedición Botánica, Director del Observatorio y titular de la cátedra de matemáticas en el Colegio del Rosario. En ese período, tomó parte en los sucesos del 20 de julio de 1810, permitiendo el uso del Observatorio Astronómico como lugar de reunión para los conspiradores y aunque no firmó el Acta de la Revolución, asumió junto con Joaquín Camacho la redacción del Diario Político de Santafé, publicación que apoyaba la instauración del nuevo régimen.
A sus 42 años, en 1810, contrae matrimonio con la payanesa María Manuela Barahona y se aloja en una casa cercana al Observatorio. Allí, la pareja vivió por períodos intermitentes hasta 1816, junto con sus hijos Liborio, María Ignacia, ya fallecidos a muy temprana edad, Ana María y Juliana, se radicarían en Ibagué.
Con el advenimiento de la Independencia, Caldas se dedicó al estudio de la ciencia militar, ya que el presidente Antonio Nariño lo nombró capitán del Cuerpo de Ingenieros Cosmógrafos. Después se le encargó la publicación del Almanaque de las Provincias Unidas del Nuevo Reino de Granada y otras misiones.
En abril de 1811, se crea el Estado de Cundinamarca con Jorge Tadeo Lozano como Presidente y Caldas es incorporado al Cuerpo de Ingenieros Cosmógrafos con el grado de Capitán, debido probablemente a su condición de erudito y hombre de ciencia. Con el apoyo de dicho gobierno, inicia la elaboración del mapa general al lado de los artistas de la Expedición Botánica y realiza mediciones geodésicas entre Santafé y Tunja.
En mayo de 1812 suscribe el Acta de Sogamoso y hace parte de la ofensiva federalista contra Santafé, ahora con el grado de Teniente Coronel, aplicando los principios de la fortificación de campaña y de la artillería en los encuentros con las tropas cundinamarquesas. Los comandantes de esta Comisión Militar enviada por el Congreso contra el presidente Nariño deciden tomar la capital por la fuerza el 9 de enero de 1813, a pesar de la oposición expresa de Caldas y de otros oficiales. Las tropas federalistas son derrotadas por Nariño y Caldas logra escapar.
En junio de 1813, llega a la Provincia de Antioquia, donde su presidente Juan del Corral le encomienda el diseño y construcción de un sistema de fortificaciones permanentes para defender la frontera sur en los puntos de Bufú, La Cana, Arquía y Velásquez, a lo largo del río Cauca. En vista del peligro que representaba para la patria el eventual avance del ejército de Juan Sámano, que había retomado el control de Popayán, el gobierno antioqueño trataba de presentar una resistencia formal, organizada e inteligente, evidenciada en los criterios de precisión de sus los planos militares de Caldas. Caldas es nombrado Ingeniero General y Coronel del ejército provincial. En una publicación del historiador Mauricio Nieto Olarte, se pueden apreciar los planos diseñados por Caldas para las fortificaciones, cuyos originales reposan en el Archivo Histórico Restrepo de Bogotá.
En 1814 inaugura y dirige en Rionegro y posteriormente en Medellín la Academia de Ingenieros Militares, institución al servicio de la causa independentista antioqueña, considerada como la precursora de la actual Escuela de Ingenieros del Ejército Nacional (ESING).
A comienzos de 1815 se unifica el gobierno independentista de la Nueva Granada y Caldas es llamado a Santafé con la misión de organizar una Academia para la formación del ejército patriota. El ejército Expedicionario de Costa Firme, liderado por Pablo Morillo interrumpiría de manera violenta sus proyectos en 1816.
“…Sus hijos pasaban en aquellos días luctuosos, del solio del poder al banco de los Ajusticiados”.
Caldas, huye de Santafé y fracasa en su intento de embarcarse en Buenaventura. Cuando la capital cayó en manos de los realistas, huyó al sur y se refugió en la hacienda familiar de Paispamba, donde fue apresado y privado de la libertad, por el lapso de tres meses en el Convento de San Francisco y luego es remitido, junto con otros patriotas, a Santafé de Bogotá. El Consejo de Guerra Permanente creado por Morillo para juzgar a los líderes de la revolución, lo condena por alta traición al rey, debido a sus labores como ingeniero militar y redactor político.
Como expresaba el Maestro Guillermo Valencia, en su discurso ante el Concejo Municipal de Popayán, al hacer la entrega de la estatua del Sabio- Mártir, en 1910; “…Sus hijos pasaban en aquellos días luctuosos, del solio del poder al banco de los Ajusticiados”. El primer científico colombiano, cimentador nación y figura estelar en la historia colombiana; era sentenciado a muerte y fusilado en la Plazuela de San Francisco actual Parque Santander, el 29 de octubre de 1816, junto con su amigo Ulloa, Miguel de Montalvo y Miguel Buch. Sus restos fueron sepultados en una fosa común en el cercano templo de La Veracruz, donde permanecieron hasta 1904, año en el que fueron encontrados durante las labores de reparación de la edificación, para luego ser trasladados al Panteón de los Próceres de Popayán.
El Ejército Nacional, lo ha honrado como el Patrón del Arma de los Ingenieros Militares. Y su proyecto de elaborar un Atlas General no murió con él, sino que fue concluido en el siglo XIX por iniciativa del gobierno colombiano.
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