Por Alexander Paloma
Reportero Gráfico El Nuevo Liberal
Cuentan que antes de que existieran los refrigeradores y otros inventos que conservaran el frío, se hacían helados, la pregunta es ¿cómo era posible esto?, pues hay quienes dicen que a Popayán traían desde el volcán Puracé bloques de hielo con los que se hacían los conocidos helados de paila, práctica artesanal heredada de nuestros vecinos ecuatorianos, quienes han mantenido esta práctica tradicional elaborando deliciosos helados en una paila de bronce y algo de técnica.
Ahora, fácilmente se puede encontrar en cualquier parte, todo tipo de preparación congelada como las paletas, elaboradas con agua, saborizantes y endulzantes. Están los conocidos raspados que son tal vez otra presentación del hielo con melado saborizado y también están los helados que tienen variedad de presentaciones entre ellas los de paila y los que utilizan preparaciones cremosas, todas han tenido acogida en las personas y son apetecidas en las temporadas de calor, por su sabor, su presentación y por ser refrescantes.
Con la llegada del verano y con él, los calores sofocantes, se presenta la dificultad para respirar con el tapabocas, lo que provoca el deseo de refrescar la garganta con un tentador helado, aunque la gente sabe que se debe proteger, algunos se dejan llevar por el deseo indescriptible de saborear un refrescante helado, es comprensible pues como seres humanos requerimos del consumo de bebidas para no deshidratarnos. Sin embargo, la recomendación como siempre es hacerlo en condiciones en las que no se expongan ante otras personas, para evitar un eventual contagio al quitarse el tapabocas. Una alternativa es comprar para llevar y consumir en un lugar aislado y en lo posible desechar el tapabocas y reemplazar por uno nuevo.