Por Alexander Paloma
Reportero Gráfico
EL NUEVO LIBERAL
Los antepasados del ser humano descubrieron los pigmentos naturales cuando por accidente se mancharon sus manos de colores encontrados en todo lo que existía a su alrededor. Seguramente queriendo limpiarse de esas manchas con algunas hojas o en la corteza de un árbol encontraron que esos colores dejaban un rastro como testimonio de ese acontecimiento. Es así como el hombre por curiosidad experimento y empezó a dejar mensajes en las cavernas donde ni el agua ni el viento borraban sus huellas.
Hoy, la humanidad sigue dejando testimonios, no precisamente en las cuevas, pero si en las paredes que bordean y limitan las propiedades privadas o públicas de la ciudad; son muchos los motivos los que llevan a sus autores a dejar plasmada una imagen compuesta por formas y colores que dejan un mensaje y que sus espectadores, con sus experiencias propias, fácilmente pueden deducir. Los temas se dan desde lo cultural, ambiental o simplemente desde las experiencias personales de sus autores.
Quienes se dedican al muralismo son personas que han adquirido conocimientos en manejo de color, perspectiva, geometría, manejo de composición, narrativa, ilustración, manejo de escala, estudio del discurso y mucho más; son personas que se han profesionalizado practicando, seguramente desde niños, algunos oponiéndose a sus padres y otros con su complacencia, el caso es que el camino ya está abierto y esta profesión ya se instauro en las sociedades y seguirá dejando huellas o testimonios como nuestros antepasados.