FELIPE SOLARTE NATES
En tierra derecha de la primera vuelta, la carrera por la presidencia se hace más competitiva, con Petro consolidándose como favorito, con varias cabezas de ventaja sobre Fico y con Rodolfo Hernández acercándosele vertiginosamente a punto de quitarle el segundo lugar; mientras Fajardo, también de atrás hacia adelante, no se rinde, aunque con menos posibilidades, recordando que cuatro años antes, con más apoyo, y cuando nadie apostaba por él, por 250.000 votos que le faltaron, casi clasifica a la segunda vuelta.
Pero esta vez Fico no tiene la ventaja que tuvo Duque, de venir de hacerle oposición al gobierno de Santos, de ganar por un pelo el plebiscito por la Paz y de tener a las FARC como el coco.
Cuatro años después la oposición y descontento con el pésimo gobierno la aglutinó Petro, canalizando la desilusión de millones de colombianos afectados por efectos demoledores de la pandemia, cuarentena, la feroz represión de la Policía a la protesta social, la inequidad en el cobro de impuestos y distribución de subsidios, además de la concentración de tierras y riqueza que con notarios y leyes amañadas impuso la elite que gobernó durante 22 años de uribismo, y que, ni aliando a las Fuerzas Armadas con paramilitares convertidos en mocha cabezas despiadados, cómplices en los falsos positivos, logró la “pacificación” del país y exterminio de los grupos violentos que prometió; y que antes por el contrario, obedeciendo a la política de hacer trizas el acuerdo de paz con las FARC, impulsada por los radicales del Centro Democrático, se multiplicaron en el Cauca, Tibú, Arauca y otras regiones del país, al final del cuatrenio de Duque, regresando a la época de emboscadas, atentados con bombas, minas quiebrapatas, que volvieron a llenar las camas del hospital Militar, más crecientes asesinatos de líderes sociales, paros armados de guerrillas y autodefensas gaitanistas o Clan del Golfo y delincuencia común multiplicada.
Para impulsar un cambio más aterrizado parece más atinado, Fajardo, asesorado por economistas como Salomón Kalmanovitz y José Antonio Ocampo y ex alcaldes como Mockus y Antonio Navarro ; pero ante la polarización que prosperó en esta campaña, sus probabilidades son mínimas con relación a hace cuatro años.
Al predominar la polarización, sobre Petro han difundido el temor a que ponga en crisis la economía con su arriesgada propuesta de abandonar la exploración petrolera, dependencia de combustibles fósiles y hacer drásticos cambios en el sistema pensional y de salud, al igual que nos gobierne la guerrilla; pero estos temores no llegan a la mayoría de la población y especialmente a la juventud, que ansía un cambio y a quienes creen, que, ya en el gobierno, Petro tendrá que reformular sus propuestas iniciales, considerando la realidad financiera del país y la crisis económica y de fuentes de energía como el gas y petróleo, más la inflación desencadenadas en el planeta después de la pandemia, cuarentena y la guerra de Ucrania.
Con respecto al temor de algunos que creen que con Petro nos gobernaría la guerrilla, seguidores de Petro consideran esta no debería ser la razón para verlo como el diablo, pues a Colombia la ha cogobernado la “guerrilla” paramilitar, desde que la convirtieron en una “narco y delitocracia”, gracias la alianza mafiosa, que desde que subió Uribe, establecieron los parapolíticos, también narcotraficantes, con militares activos y retirados, más empresarios de agroindustria, industria, construcción, grandes mineros y banqueros que morrongamente les lavan dineros ilícitos.
En 22 años de “Seguridad democrática” estuvieron a sus anchas expropiadores de tierras de campesinos, ayudados por paramilitares y notarios, y pusieron el grueso del presupuesto nacional a su servicio, a la par que se beneficiaron de exenciones, multimillonarios subsidios y con reformas tributarias, como la de Carrasquilla apretando al pueblo con más IVA.
Esta vez se llenó la taza y las mayorías en la pobreza y con una clase media en decadencia, ya no creen en propuestas del establecimiento, ni opciones moderadas y más aterrizadas como la de Fajardo y menos en la continuidad del gobierno de Duque y del uribismo, representada por el camaján de esquina de Fico.
Prefieren ensayar con Petro o con Hernández, que va en alza y hasta puede desplazar a Federico para la segunda vuelta.
Aunque, así como Uribe ganó sorpresivamente en primera vuelta, canalizando la decepción por el fracaso de las negociaciones con las FARC en el Caguán y el descontento predominante a inicios del milenio, nada de raro tiene que Petro gane en primera, más con la Procuradora ayudándole en la campaña al suspender al alcalde de Medellín.