EDWIN DARÍO LIS HERRERA
La vanidad, el odio, la arrogancia, la humillación, la soberbia, el ego, la mentira, el engaño y la traición, son los peores males que nos agobian como seres humanos. No podemos permitir, como personas y sociedad, que nos sigan atropellando y pasen por encima y transgredan los grandes valores y principios que toda persona de bien lleva consigo mismo. Somos millones de seres que enarbolamos el amor de todo corazón, el alma, el espíritu y el respeto por nuestro prójimo y amor por nosotros mismos.
Pero los primeros, estos que nosotros los colocamos en esta narrativa como los hipócritas y fariseos, no les interesa absolutamente para nada la suerte de su pueblo. Estos estigmatizan, enjuician, pagan coimas, silencian las expresiones contrarias, arman escuelas de sicariato, asesinan, generan cortinas de humo para desorientar la opinión pública, se auto flagelan, compran testigos falsos, amedrantan a sus contrarios, utilizan para si la institucionalidad publica y, luego, van en búsqueda de sus sequitos de idolatras, para seguir cometiendo toda clase de fechorías. Así los vemos, por más que se muestren como buenas y mansas ovejas en el rebaño.
Para ellos, desde otras perspectivas como: el amor, la verdad, el perdón, la reparación, la tolerancia, el respeto, la felicidad, la espiritualidad y la paz, debemos seguir avanzando como seres humanos y colectivos, que somos. Nuestra consigna: seguir pregonando y caminando con la verdadera palabra y construir, desde la misma, fe y esperanza en el seno de las familias y en los corporativos sociales
Las cifras que nos ha dejado el conflicto armado en Colombia, en los últimos 60 años, siguiendo los registros del Centro Nacional de Memoria Histórica, donde aparecen más de 4.210 masacres, 261.619 víctimas fatales, en materia de desplazamiento forzado 7.734.646 habitantes, han llevado a catalogar a Colombia, por parte de organismos internacionales como el Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Refugiados, como el país mejor posicionado en América Latina por violación a los Derechos Humanos. Concluyentemente, para nosotros, los jóvenes, es totalmente desalentador y nos llena de tristeza estos informes.
El haberse firmado los acuerdos de paz en la Habana Cuba, recrudeció el odio y el rencor, en ciertos estamentos de la sociedad, con mentores ególatras, que sembraron cizaña, fruto del miedo y manipulación de toda una infraestructura institucional y unos medios de comunicación con información falsa y desorientadora que no quiso y no ha querido que la guerra y el exterminio colectivo y selectivo se acabe.
La guerra es tan rentable que no importa cuantos ríos de sangre más puedan pasar; cuantas familias desplazadas adicionales se puedan agregar a la suma indicada; cuantos niños y niñas reclutadas por los grupos al margen de ley puedan presentarse; cuantas violaciones más; cuantas mutilaciones más; cuantos más miembros de la fuerza pública vayan a morir; cuantos asesinatos de líderes sociales y políticos más debamos presenciar y a cuanto silencio más nos puedan someter. En el entretanto, aumenta el negocio del narcotráfico, el lavado de activos, la minería ilegal y la corrupción. Cuando estemos reunidos con nuestras amistades, donde depositamos como jóvenes más del 40% de nuestro tiempo, por encima del estudio que está en el 15%, el 5% en el ocio y el 25% en la familia; entre el primero y este último, es clave abrir diálogos que toquen estas radiografías y otras charlas de auto aprendizaje, aportante y de construcción colectiva, donde vayamos hilando el tejido de la palabra con la tolerancia y respeto hacia el otro frente a sus mismas formas de plantear sus ideas y buscando alternancias que nos lleve aún más a sensibilizarnos con el país nacional que tanto espera de nosotros.