Espíritu navideño


DIEGO FERNANDO SÁNCHEZ VIVAS

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Hay una época del año que viene acompañada de una mágica nostalgia que ilumina los corazones, enaltece las conciencias y genera una indescriptible paz interior. Es diciembre.

Las calles de las ciudades, las edificaciones de los centros urbanos, los parques, se ven adornados con una serie de motivos navideños, adornos y arreglos de las más variadas clases, estilos, formas, y están revestidos de un singular colorido. Viene entonces a nuestra memoria, esos maravillosos años de la más temprana infancia, cuando reunidos alrededor del pesebre, la familia entera compartía atenta la lectura de los acontecimientos que antecedieron el nacimiento de Cristo en la novena de aguinaldos, luego se entonaban alegres canciones navideñas, villancicos, que colmaban el espacio familiar de una indescriptible sensación de unidad y estabilidad invulnerables.

Todavía evocamos con detalle la imagen de nuestros abuelos cuya experiencia y sabiduría acumulada por años enteros de angustias y penas, pero también acompañada de grandes satisfacciones, lográbamos conocer por sus amenos relatos las más sentidas vivencias. Esos seres queridos ya no están con nosotros. Recordamos igualmente esa casa paterna, amplia y generosa, cálida de afectos y cargada de reminiscencias imborrables.

En la actualidad esa hermosa tradición se ha ido desdibujando por la excesiva comercialización, el afán consumista y el desbordado mercantilismo que acompaña estas épocas, donde se difunde el mensaje equivocado y materialista de tener y poseer bienes. Además se presenta en la actualidad una preocupante desintegración familiar que ha hecho que se pierda en muchos aspectos el verdadero sentido y el significado de la Navidad.

Igualmente ante la avalancha de mensajes publicitarios que nos abruman por estos días y que propician un desbordado afán consumista, esta situación nos impide mirar más allá de nuestro entorno y reflexionar sobre las condiciones precarias de muchos colombianos cuya situación es ciertamente preocupante y triste. Los desplazados por la violencia, los secuestrados, los niños de la calle que andan al vaivén de azar sin un mensaje de afecto y cariño, los miles de colombianos que han perdido a sus seres queridos. Para ellos estas fechas son especialmente difíciles.

Quiera la Divina Providencia que llegue el día en que todos los colombianos podamos reunirnos con nuestras familias en estas fechas especiales, y que la paz llegue por fin a nuestra Nación.