ELKIN QUINTERO
La función del arte en la sociedad es edificar, reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe.
Freud
Desde Homero hasta Tolkien, de Pablo Picasso o Luis Buñuel al escultor de Juegos Tronos y desde Empédocles hasta Sigmund Freud o Rowling el Eros y Tánatos han sido asuntos recurrentes en la literatura, el arte y el pensamiento. En fin, la Vida y la Muerte constituyen conceptos universales que han ejercido extraordinaria fascinación en artistas y pensadores, alimentando complejos procesos artísticos y culturales que buscan conectarnos y desconectarnos a nuestra naturaleza humana.
Sin embargo, el agotamiento generado por siglos de violencia condujo al Eros y Tánatos a una desnaturalización. Su corpus de origen mítico creó a su alrededor una serie de vanguardias y estilos. Quizás por ello, los seguidores de las literaturas canónicas oponen resistencia al observar desnuda la verdadera naturaleza humana al creer que se están alejando de lo bello y puro del lenguaje.
En nuestras historias, la representación del amor y de la muerte se tornó mercantilista y quimérica, llenando anaqueles de obras, tratados y compilados de sinsentido. Por lo tanto, el acto creador del Eros antiguo lo prostituyeron y se sigue ofertando en figuras atrayentes; la ceremonia de trascendencia del Tánatos se continúa llevando de manera silenciosa a escenarios no ficcionales en campos y ciudades.
Entonces, los nuevos lenguajes del siglo XXI deben buscar ahondar también en temas que la novela sólo dejaba apreciar entre líneas, como la homosexualidad y su distinta percepción en un mundo pluriétnico y multicultural. Por esta verdad, el tono mágico de los modernos exponentes de la literatura ha ido aumentando progresivamente y en sus diversos párrafos hemos visto resurrecciones milagrosas, gigantes, brujas, bendiciones y maldiciones que superan la superstición, la magia negra y la alquimia tan bien expuestos en la narrativa clásica y que hoy han vuelto a ser tema de conversación y análisis en la calle y en la academia.
Sin embargo, el ciudadano del siglo XXI quiere percibir de manera muy especial el mundo que lo rodea y la literatura en sus recientes realizaciones literarias y artísticas lo obliga a perderse en mundos sin nombres y con sombras, vivir en comunidades de altas y bajas políticas y ser parte de timos y trucajes para mantenerse en el poder o conservar un estilo de vida. Muchos ya no creen en el Bien y el Mal como categorías absolutas y ni siquiera muestran cariño por su destino. Otros quieren pertenecer a toda costa a esas sociedades adultas, herejes y bastardas; llenas de brutalidad medieval y que disfrazan con un excelente sentido del humor la moral de estos tiempos. Asimismo, se mueven igual por los pasillos de palacios, por los despachos de reyes y consejeros, por camas de prostitutas o señoras y vibran de emoción ante la carne trémula de la virgen en la caída del poderoso y oscuro señor.
Desde la perspectiva anterior, debemos pensar que en el camino de nuestra angustia existencial coexisten avatares individuales que darán la solución a nuestros problemas y las construcciones simbólicas de las nuevas letras recrearán de forma magistral la conexión entre la sublimación de la muerte ya anunciada por Freud. Por ello, en nuestras realidades se creará una viabilidad pulsional a través de la constitución de extraños simbolismo que pretenderán invitarnos a transitar un sendero que por momentos nos alejará de lo mortífero y de lo pasional. Por lo tanto, invito a leer y comprender las nuevas literaturas, las cuales buscan profundizar la relación de la sublimación y su conexión con la construcción de la imagen corporal y el uso del cuerpo como obra de arte y no comercial. Asimismo, ellas buscarán un acercamiento a la misteriosa unión erótico-tanática que se ha encarnado de manera magistral desde los mitos fundacionales de las culturas conocidas hasta nuestros emoticones que algo intentan comunicar.