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    Envían a la cárcel al sujeto que mató a su hijo en un hotel de Popayán

    Envían a la cárcel al sujeto que mató a su hijo en un hotel de Popayán.

    Perdió la libertad y a su hijo. Jorge Eduardo Leal  ahora está en la cárcel San Isidro porque la justicia lo acusó formalmente por la muerte de su pequeño primogénito, hecho ejecutado por él en un sencillo y modesto hotel del barrio El Empedrado de Popayán.

    El juez no dudó un segundo en acoger la petición de la fiscalía de enviarlo a la cárcel: es que la forma cómo asesinó al pequeño no dejó dudas de la autoría de este sujeto en el atroz crimen, el cual tiene consternados a los payaneses.

    «Su señoría, el cuerpo del menor presenta señales de que fue asfixiado, luego de ser sometido a la fuerza, con golpes y los testigos afirman que fue él», fueron algunas de las declaraciones del ente acusador en las audiencias contra Jorge Eduardo Leal.  Otros aspectos también lo incriminan y que se conocerán en el proceso judicial.

    Este sujeto, de 34 años de edad,  se presentó ante el operador judicial con la ropa que portaba al momento de ejecutar el brutal homicidio: una camisa amarilla con el logo de Puma y una sudadera gris. Las prendas de vestir manchadas con su sangre, porque los demás ocupantes del hotel, luego de enterados del hecho, optaron por hacer justicia propia, golpeándolo, mientras atribulado de la borrachera, vociferaba que había asesinado al niño.

    Por eso, así, con esa ropa y descalzo, debió escuchar la determinación del juez de privarlo de la libertad, algo que no debía discutirse. Luego, en su paso hacia el centro carcelario, Jorge Eduardo Leal fue presentado ante los medios de comunicación, donde habló sobre lo sucedido, de su venganza hacía la mamá del niño, quien optó por hacer su vida sentimental contra persona y que este sujeto, a pesar del tiempo, nunca superó dicha determinación. El pequeño, su hijo, recibió toda la violencia por la frustración amorosa.

    «Que esa malparida cuente que no quiso la vida del niño, yo le dije, le cambió al niño por la clave del celular donde están las conversaciones con el mozo que se comía», dijo en su relato que expuso sobre su supuesta intención de llegar a Ecuador con el pequeño para empezar una nueva vida.

    Pero solo pudo llegar a Popayán, tras salir de Pereira,  trayendo consigo a su hijo, contrariando así la orden de la justicia colombiana de que la mamá debía tener al pequeño. Por el caso fue catalogado como secuestro y el Gaula de la Policía trataba de localizarlos.

    Eso fue en la noche del jueves, por eso se hospedó en el hotel donde ocurrieron los hechos. En dicho establecimiento, y luego ingerir licor, Jorge Eduardo Leal materializó la venganza contra aquella mujer que en su momento amó: escribió una carta explicando su actuación, dejando claro su intención de asesinarlo y luego de acabar con su vida.

    Pero todo falló. Otros huéspedes del establecimiento escucharon los quejidos del pequeño cuando este trabajador informal golpeaba al pequeño, alertando a la Policía. Luego, algunos ingresaron para ver qué pasaba en la habitación marcada con el número cinco, encontrándose al niño muerto, procediendo a auxiliarlo con los policías que llegaron, pero ya no registra signos vitales.

    «Los policías que atendieron el llamado intentaron reanimarlo, pero ya nada de podía hacer, luego procedieron a proteger al señalado agresor, porque el caso generó indignación entre los testigos», dijo el subcomandante de la Policía, coronel Jhon Falla.

    Por eso, ahora, Jorge Eduardo Leal  está en la cárcel, porque puso fin a la vida de su hijo, en medio de un ataque de celos, frustración y desamor, como se puede apreciar en su versión sobre lo sucedido.

    «Dicen que lo maté, no me acuerdo, me había tomado unos rones, estoy arrepentido, si la gente dice que lo hice, debió de ser así… no acepté la responsabilidad porque el abogado me dijo que no lo hiciera, pero las personas que me conocen pueden decir que mi vida era mi hijo, que yo velaba por él… debí escribir media carta a la mamá, víctima de su propio invento, porque yo no iba a permitir que por su vida desordenada le diera mala vida al niño».

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