Hoy en el Cauca, como en todo el país, nos encontramos en pleno fervor electoral, con distintos y variados candidatos, que representan diversos partidos y movimientos políticos, quienes a través del desarrollo de múltiples estrategias para llegar a los electores, a pedir su beneplácito, mediante discursos que la gente quiere escuchar, por eso hay tantos discursos como auditorios, pues de lo que se trata es de ‘cautivar’ al elector, aunque al final, no pueda cumplir con lo prometido, repitiéndose la historia de varios años atrás: expectativas fallidas…frustraciones seguras.
En este contexto, se vienen adelantando reuniones políticas particularmente en recintos cerrados, a pesar de las recomendaciones, por parte de las entidades de salud, que son mucho más convenientes las actividades públicas, en espacio abierto, para minimizar en parte los posibles contagios, ante la virulencia con que se está manifestando la variante ómicron del Covid-19. En esta estrategia hay de fondo una intencionalidad, no llegar directamente a los potenciales electores, bien por aspectos de logística, económicos o de seguridad, sino a través de las personas que juegan o tienen un papel de liderazgo y reconocimiento en importantes y amplios sectores sociales, los cuales son reciclados, muchos veces, vienen de otros grupos o de haber apoyado en elecciones pasadas a otros candidatos con los que le fue mal o, que a pesar de haber ganado el candidato, a él no le fue bien; se parte por los candidatos y las respectivas campañas que lo demás vendrá por añadidura, es decir: los votos.
Curioso que en este tipo de reuniones se encuentran ciertos personajes que tienen por oficio estar, sino en todas, sí en una buena parte de dichas reuniones, lo cual, de algún modo quiebra la estrategia, afectando las proyecciones y cálculos de los candidatos y campañas. Pero ya pensando en los electores, es muy importante que ellos, tomen una posición consecuente con respecto, no a la ‘figura’ del candidato, sino a lo que plantea, ante los problemas que agobian a las comunidades y que requieren, desde el poder legislativo, una acción contundente y de fondo para superarlos, lo cual debe confrontarse con la historia que precede al candidato que, es lo que en últimas debe generar la confianza debida, para poder acompañarle en su aspiración, actuar de otra manera, es prepararse para una nueva y mayor frustración.
En nuestra cultura, haciendo una analogía de lo que se da en el sector rural, una cosa es la siembra y otra es la cosecha, resulta que no siempre el que siembra cosecha, es decir usufructúa lo trabajado con mucho sudor y esfuerzo, pues se han generado actitudes en personas que están pendientes de la cosecha, para expropiarla o, en el mejor de los casos pagarla a precios irrisorios, desconociendo palmariamente todo el proceso que llevó a que la semilla sembrada, después de un tiempo y los correspondientes y pacientes cuidados, dé sus frutos.
Pues bien, aquellos candidatos que hoy pueden mostrar que actúan bajo la lógica del sembrador, es decir que en los distintos cargos o representaciones que haya desempeñado, en el sector público o privado, así como en distintos escenarios de participación social, ha actuado con decoro, pulcritud, liderazgo, responsabilidad y honestidad, poniendo los intereses colectivos sobre los personales o de grupo, tienen y se merecen la voluntad de los electores, a través de un proceso democrático limpio y transparente, actuar que elevaría la política, del postrado puesto en que la tienen ‘los políticos’ al nivel que se requiere, para que se constituya en la mejor herramienta para promover el cambio y la transformación de la política, la situación que hoy vive nuestro país y particularmente muestra región, no da más espera. No podemos seguir cabalgando sobre las practicas clientelistas, politiqueras y corruptas que tiene acorralada, no solo a la política, sino a todo el país.