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EDUARDO NATES LÓPEZ
Ha venido debatiéndose en algunos medios locales y en los corrillos ciudadanos el tema de la solicitud que presentó el Alcalde Cesar Cristian Gómez al Concejo Municipal para obtener autorización de endeudamiento por 75 mil millones de pesos para adelantar una serie de obras, la mayoría de ellas de infraestructura vial.
Devolviéndonos un poco en el tiempo, recordemos la temperatura que alcanzó el debate sobre la valorización, discusión que por supuesto se prestó para una fuerte politiquería, aprovechándose de que nada produce más réditos políticos que los temas que tocan el bolsillo de la ciudadanía. Y, digámoslo de una vez, con franqueza: Lo más fácil, y sobretodo oportunista, es atrincherarse y disparar desde el lado contrario de quienes quieren pagar o, como en este caso, del lado opuesto de quien esté buscando los recursos de crédito para hacer obras. Y si retrocedemos bastante más, podemos rememorar la época en que estuvo de moda la posición del “no pago” de los créditos post terremoto, lo cual, por tratarse de una causa originada en un fenómeno natural, finalmente resultó entendible y justificada, pero, paralelamente, no podemos olvidar que por largo tiempo sufrimos una fuerte sequía de crédito bancario, pues las entidades financieras no querían soltar un peso, donde quiso enraizarse la cultura del “no pago”.
El alcalde Gómez, anteriormente tramitó, con alguna dificultad en el Concejo Municipal, la aprobación de la realización de obras por 40 mil millones de pesos, cuya financiación sería sustentada en recursos aportados por la ciudadanía a través de la figura de valorización, que en la gran mayoría de ciudades funciona perfectamente. Aquí no. Y una vez que se logró la autorización del Concejo vinieron los ataques políticos disfrazados de jurídicos y lograron torpedear esa opción que de alguna manera hubiera permitido la realización de unas obras que ya no dan más espera y cuya carencia vituperamos diariamente. Ahora, para sortear el trancón, y poder realizar estas obras y adicionar otras que igualmente están haciendo mucha falta, ha solicitado una autorización de endeudamiento por valor de 75 mil millones de pesos, suma que representa el 55% de la capacidad de endeudamiento municipal, tasada en $135 mil millones. Estas son las cifras elementales de la discusión. Otra cosa son los argumentos de los 6 opositores que si bien pueden sonar a entendibles, no necesariamente son aceptables y válidos, pues no dejan de cargar un “tufillo” de oposición política con cierto dolor… Quizás mejor se les habría visto apoyar el endeudamiento y proponerse a realizar un control político y técnico de la contratación y ejecución de las obras que la ciudad reclama a gritos. Menos mal que 13 de los 19 concejales asumieron una posición racional y ciudadana y aprobaron el endeudamiento, seguramente pensando en que, de hecho, está en sus manos ejercer estos deberes de control político.
Es sabido que sin deuda es imposible crecer; Y en términos de entidades públicas, también lo es realizar obras. Que el alcalde lo esté impulsando es positivo, como también ir pensando en un buen instrumento de alianzas público-privadas, para que Popayán avance y el capital lo pongan los privados a quienes se les remunera y devuelve su inversión con tasas de los usuarios. Hagamos conciencia de que obras gratis no volverán.
Obviamente, al estar a 16 meses de terminar su período, el alcalde Gómez Castro tendrá que -como dicen los muchachos- “pellizcarse” y montar los mecanismos más eficaces, eficientes y efectivos, que garanticen que las obras arranquen y se cumplan estrictamente en el menor plazo factible, para recuperar el tiempo perdido, quizás por una crítica capacidad ejecutora, pero sobre todo por los ataques de una oposición mal entendida, que pretende basar sus éxitos en la capacidad de torpedear cualquier avance del gobierno, sin importarle que quienes sufrimos las consecuencias reales y rutinarias somos los ciudadanos comunes y corrientes.
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