- Inicio
- Mi Ciudad
- Mi Región
- Política
- Opinión
-
Deportes
- Copa El Nuevo Liberal
- Judicial
- Clasificados
- Especiales
Por: Olga Portilla Dorado
@olguitapd
Cuando los más de 6.000 integrantes de la exguerrilla de las Farc se desmovilizaron, entregaron sus elementos de guerra: armas y municiones, muchos aseguraron que desprenderse de un fusil que cargaron durante años, no fue fácil, pero para iniciar el camino de la construcción de paz, debían hacerlo.
Algunas de las cosas que no entregaron fueron sus botas y sus camuflados, al menos dejaron un pantalón o una chaqueta “como recuerdo”, o porque en ese momento no tenían más prendas de vestir; por eso el que meses atrás 20 mujeres hayan decidido “echarle tijera” a ese camuflado para convertirlo en “ropa para muñecas” -aunque no pareciera- trae consigo todo un proceso de desprendimiento simbólico y de transformación de un ‘elemento de guerra’ a un artículo que hace parte de la posibilidad económica para estas mujeres salir adelante e iniciar la construcción de su nueva vida, luego de haberse desmovilizado y reintegrado a la vida civil.
En enero de este año, Francy Restrepo dirigente agraria filial a Fensuagro, emprendedora y víctima de desplazamiento forzado llegó hasta el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (Etcr) de Monterredondo en Miranda, donde luego de participar de una serie de talleres denominados ‘Semilleros de Paz’, los cuales tenían una temática central: ¿Cómo aportar al proceso de reincorporación económico y la reconciliación?, y al conocer las dificultades que estaban teniendo las mujeres de este Espacio para emprender un proyecto económico, decidió proponerles hacer muñecas de trapo.
“Yo tengo conocimientos para transformar plantas medicinales en recetas tradicionales, para hacer derivados con frutas y hortalizas, como mermeladas y dulces, pero también hago muñecas de trapo, entonces decidí llevarles a las muchachas esa propuesta, y les dije transformemos sus camuflados en faldas para las muñecas, hagamos un ensayo y miramos cómo nos va, al principio no querían porque no tenían plata ni materiales, pero después se animaron y aquí vamos, seguimos cosiendo, dando puntadas de paz”, comentó Restrepo.
Según Francy se propusieron recoger un millón de pesos, pero solo lograron que un compañero les regalara 300 mil pesos para comprar materiales, y con la máquina de coser de Francy –que todavía usan y es la única que tienen- empezaron a enhebrar agujas, cortar moldes, armar cabezas, recortar tela y a hacer vestidos, pero con un toque especial: no solo harían la muñeca campesina que ya estaba en la cabeza de su líder, sino que cosieron una muñeca afro, una indígena y una con camuflado.
“De ahí surgió ponerle al proyecto muñecas combatientes de la vida, porque yo me daba cuenta que estaban en un combate durísimo por adaptarse a un terreno, porque la gente se adaptara a ellas; entonces la propuesta incluía mostrar lo bonito que es andar en el campo, porque yo crecí allí y porque ellas por años vivieron en la montaña”, explicó Restrepo.
En ese proceso que arrancó formalmente en febrero, la Misión de Verificación de la ONU en Colombia y su oficina regional que tiene a cargo los Etcr de Monterredondo, Los Monos y la Elvira, fue un apoyo clave, pues fueron los primeros compradores de estas muñecas, y quienes ahora a través de un proceso de Cooperación buscan apoyar financieramente esta iniciativa para que estas mujeres tengan más máquinas de coser, fileteadoras y material para elaborar más muñecas combatientes de la vida.
En ese sentido, el primer rol de la ONU ha sido la comercialización, ya que fueron sus primeros compradores, el segundo es acompañarlas en exposiciones, buscar amigos o aliados que se interesen en el proyecto, que las inviten a ferias y a mercados, y el tercero se verá visibilizado a finales de este mes cuando a través del programa de Proyectos de Impacto Rápido, le entregarán un apoyo directo entregándoles insumos para continuar con esta apuesta.
En ese sentido, el pasado 13 de agosto se llevó a cabo la socialización de esta iniciativa ante entidades académicas y organizaciones económicas tanto del Cauca como del vecino departamento del Valle.
En ese encuentro, uno de los avances importantes fue la presencia y el interés en apoyar la iniciativa para lograr su consolidación, por parte de actores económicos, comerciales y académicos como la Asociación de Industriales del Colombia (Andi) Cauca, Artesanías de Colombia, la Icesi, Universidad de Autónoma Occidente y Unicomfacauca.
Por medio de ideas de negocio, acompañamiento en la producción y propuestas de distribución, los asistentes expusieron propuestas que le permitirán a las emprendedoras de las ‘muñecas combatientes de la vida’ generar rentabilidad, sostenibilidad y proyección comercial. Además, aseguraron que acompañarán los diversos procesos de reincorporación económica que adelantan los excombatientes de este Espacio Territorial.
“Los uniformes que antes eran utilizados para el combate, ahora visten las muñecas emblemáticas para la construcción de paz en Miranda”, fue lo que resaltó la jefe de la oficina regional Cauca de la Misión de Verificación, Morena Mori, destacando además ese valor simbólico que tiene cada una de las muñecas confeccionada por las excombatientes y por mujeres que viven en zonas aledañas a este Etcr.
De igual forma, el alcalde de Miranda José Leonardo Valencia resaltó los beneficios que ha generado el Acuerdo de paz en el municipio y la importancia que tiene la iniciativa adelantada por las excombatientes, “es hermoso poder estar aquí en la socialización de esta iniciativa, agradecemos a todos los que permiten que esto esté sucediendo”.
Según comenta Francy Restrepo, que es quien coordina el proyecto y a las 20 mujeres que hacen parte de él –entre excombatientes y pobladoras de la zona- el entusiasmo que ve en las mujeres, el verlas motivadas con la propuesta y su proyección a un futuro como emprendedoras, hacen que deje a un lado sus problemas, pues hace varias semanas debió trasladarse a vivir a ese Etcr en Miranda, pidió permiso y ahí la acogieron porque la amenazaron y tuvo que dejar su casa en Corinto, con parte de su familia.
“Debí salir, estoy esperando me den las garantías para volver, pero por ahora, para no retirarme del proyecto me dieron permiso para vivir acá mientras se posicionan, no quiero dejarlas solas”, puntualizó Restrepo.
Aunque con una máquina no se dan abasto, su producción no para, cosen todos los días, algunas jornadas más extensas que otras, ya que deben cumplir con algunos pedidos que tienen. Cada puntada se convierte en un sueño, en una forma de construir paz y tejer reconciliación, un ejemplo a seguir para los otros proyectos económicos que están naciendo y se están consolidando en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (Etcr) del Cauca.
Comentarios recientes