Por: Felipe Solarte Nates
Asociación Caucana de Escritores – ACE
Con este título, en 121 páginas en impecable edición, la editorial de la Universidad del Cauca, acaba de reeditar la fascinante recopilación de historias escritas en diferentes siglos, por quienes han tenido la fortuna de ascender las faldas de este coloso, que por el sol naciente, se yergue sobre la céntrica ciudad blanca, como la nieve que permanentemente coronaba su cima.
Los volcanes son el desfogue de la inmensa caldera que hierve el magma a centenares de kilómetros de la superficie sobre las que estamos asentados los seres vivos, incluidos los humanos, hoy convertidos en plaga mayor, más destructiva que los supervolcanes cuando se ‘emberracan’.
“Son la puerta abierta al contacto con increíbles fuerzas interiores del planeta”, escribe en la introducción a la primera edición publicada en 1985, el recopilador Germán Puerta Restrepo, motivado por las crónicas que encontró en la biblioteca de sus tíos Uribe White, en la revista PAN, escritas por sus antepasados narrando con fluidos y amenos detalles sus experiencias en ascensos al volcán y la sorprendente, por lo vivida, erupción de octubre de 1869, descrita con profusión de detalles, ritmo y estilo atrapador, por Roberto Blake White, cuando en compañía de seleccionados baquianos nativos de la región, tras penoso ascenso de varios días por enfangadas trochas, decidió acercarse al cráter del Puracé, después que un grupo de aterrorizados notables de Popayán, que lo consideraban científico, le rogaron que investigara sobre las frecuentes fumarolas, explosiones, temblores y erupción del gigante que había despertado.
En el libro ilustrado con sorprendentes fotografías del montañista y escritor Andrés Hurtado García, quien también adjunta un texto; en su primer capítulo, según escribe el geólogo y vulcanólogo Bernardo Pulgarín Alzate, en el prólogo de la segunda edición:
Comprende relatos presentados por Arcesio Aragón, publicados en 1941, extractados de escritos de otros autores, entre ellos Humboldt, Caldas, Boussingault y algunos clérigos. En ellos se describen varias de las erupciones históricas notorias del volcán Puracé y terremotos que han afectado a la ciudad de Popayán. Sin embargo, Aragón, al inicio atrae agradablemente al lector con un poético párrafo sobre la relación “caprichosa” del volcán Puracé con las poblaciones aledañas.
“En las historias siguientes se destaca la manera agradable en que tanto Mollien en 1823, en su viaje desde Neiva hasta Popayán, pasando por el volcán Puracé, como Roberto Blake White, en su ascenso al mismo volcán durante la erupción de 1869, describen con sutil o fuerte detalle (cuando es necesario) los recorridos y pormenores paisajísticos y ambientales, y, de este último, los despiadados, pero coloridos fenómenos observados de la actividad volcánica, los cuales deleitan al lector con anhelada curiosidad…”.
“… Por otro lado se aprecia en el relato de Enrique Uribe White (nieto de Roberto Blake White) con sus notables compañeros en 1932, la elegante descripción poética del ascenso al volcán y sus detalles. Asombran los impresionantes comentarios de los diarios de la época sobre los sucesos ocurridos en la erupción de 1949, en la que lamentablemente perecieron 17 estudiantes de Popayán, lo que hace sentir escalofríos. Seguramente esto mismo lo percibió en su época Roberto Blake White y sus acompañantes cuando armaron un campamento cerca al cráter durante la erupción de 1869, (ochenta años antes) lo que nos enseña lo respetable y contundente que puede llegar a ser nuestro volcán”.
En fin, seleccionadas crónicas de diferentes épocas, sobre la sorpresiva atalaya mayor de Popayán, las más recientes de Andrés Arboleda y la de Frank Fausts, anexada en esta segunda edición, serán un “bocado de cardenal”, para sortear estos tiempos de confinada y microscópica pandemia.