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    El sacerdote preside en nombre de Cristo

    JESÚS ENRIQUE PAZ VELASCO

    Párroco de la parroquia del Espíritu Santo en Popayán

    Siguiendo con nuestras catequesis profundizaremos en el misterio de la presidencia del sacerdote en la celebración de la Eucaristía.

    Afirma la Constitución sobre liturgia del Vaticano II en el número 7: “Cristo está presente en su Iglesia sobre todo en la acción litúrgica. Está presente en el sacrificio de la misa, de manera especial en la persona del ministro”.

    Todos los cristianos, los bautizados en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, debemos ser otro Cristo, vivir y actuar como Cristo, pero el sacerdote actúa de manera especialísima “In Persona Christi”, el sacerdote es Cristo mismo, cuando preside la Eucaristía.

    Esto tiene una consecuencia en nuestra relación con la Eucaristía y el sacerdote que la preside. Vamos a la Eucaristía a encontrarnos con Cristo en la persona del sacerdote. Por lo tanto, Cristo debe ser el motivo principal.

    Cuando perdemos este aspecto, centramos la Eucaristía en la persona del sacerdote, desvinculándola de su carácter mistérico. Centrándonos en las cualidades físicas, de lo bonito que habla, de la homilía que hace o los gestos especiales que realiza quien preside la Eucaristía.




    De ahí la importancia de recobrar esa visión sobrenatural de la Eucaristía. Es importante hacer un esfuerzo por descubrir, en todo sacerdote, anciano, enfermo, con limitaciones de todo tipo, aún con debilidades humanas, a Cristo que se hace presente en él. Así como Cristo en el Evangelio nos invita a descubrirlo en el que tiene hambre, sed, está desnudo, enfermo o en la cárcel…

    Es cierto que es necesario que el sacerdote al actuar “In Persona Christi” haga un esfuerzo en su vida personal para  ser un instrumento y mediación de amor y misericordia, convirtiéndose en misericordia y amor con su conducta, como dijo san Agustín de Hipona.

    Por eso la tarea de toda la Iglesia y mucho más en esta época de tantas dificultades, es orar por los sacerdotes para que en su vida y en su ministerio sean siempre transparencia de Cristo.

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