ANDRÉS MACÍAS
Integrante del Club de Lectura
Entre Líneas Popayán
Las festividades de fin de año concluyeron y en esta oportunidad de manera diferente. Así que muchos sectores retomaron actividades y el de la educación prepara la reapertura bajo la “alternancia”, modelo sugerido por la ministra de Educación, María Victoria Angulo, desde el año pasado y que regirá en este 2021 hasta que la población sea vacunada contra el coronavirus.
En junio de 2020 se publicaron los lineamientos que esbozaron todas las medidas requeridas para el proceso de alternancia e iniciaron pilotajes. Este modelo que combina clases presenciales con trabajo en casa, ahora se pasó a los protocolos, en los que se establece que las secretarías de educación deberán diseñar sus propios modelos atendiendo a sus necesidades particulares. La alternancia no es solo plantear cuáles niños van y cuáles días. Detrás hay un trabajo complejo con las instituciones, de recursos y de adecuaciones. Hay que pensarlo de forma pedagógica para que estos espacios permitan suplir las carencias generadas por la emergencia. Explicó la ministra de educación.
En ese contexto, grandes retos habrá que asumir. Uno de ellos, la implementación de los protocolos de bioseguridad, de los que ya nos estamos acostumbrando a pasos de tortuga. Esto porque, sobre todo en los establecimientos educativos públicos, la reestructuración no ha sido óptima en términos de conectividad, infraestructura y salubridad.
Con relación a estos últimos factores, el gobierno tiene una gran responsabilidad para cubrir las brechas de conectividad y reducir el índice de deserción que, en 2020 representó un 2,2 por ciento (260.000 menores abandonaron el sistema educativo en el marco de la pandemia, según la ministra de Educación). En este sentido, los 400.000 millones de pesos destinados por dicho Ministerio, no son suficientes para hacer todas las adecuaciones necesarias en un sector que ha estado huérfano por décadas.
Quienes debemos ponernos la camiseta una vez más somos los maestros, afrontando escenarios diferentes y confiando en que “los protocolos sean adaptados en cada establecimiento educativo bajo el liderazgo de los directivos docentes, según las condiciones de cada contexto, las particularidades de los niños, niñas y adolescentes y sus familias, características propias de las formas de atención, así como de los establecimientos educativos y de sus sedes”, tal como lo precisa los Lineamientos de transición a la presencialidad.
Si bien es cierto que la vuelta a las aulas es inevitable, de acuerdo con Estupiñán (investigador en educación virtual), las condiciones sanitarias aún no son suficientes para que se haga de manera total, de modo que fortalecer el componente digital para complementar las clases presenciales, de la mano con la reestructuración curricular, de actividades pedagógicas en los lugares del país donde no se cuenta con conectividad es fundamental. Muchos maestros estamos en disposición de “acoger” la alternancia, pero con reales protocolos de bioseguridad para proteger la vida de nuestras familias que también cuentan. Hacemos un llamado al gobierno nacional para que los acuerdos pactados años atrás, en materia de Educación, sean prioritarios hoy más que nunca. A la ministra y a las secretarías de Educación a que evalúen con criterio, responsabilidad y pertinencia los diversos contextos educativos del país para aplicar los protocolos necesarios; así como la reestructuración de diversas infraestructuras deplorables que habituamos como escenarios educativos.