HAROLD MOSQUERA RIVAS
Entre febrero de 1982 y diciembre de 1991 tuve la condición de estudiante de la Universidad del Cauca, cinco años en la Facultad de Ingeniería Electrónica y casi cinco años en la Facultad de Derecho. En esos 10 años, solo tuve un profesor afrodescendiente, en el quinto semestre, cuando el profesor Álvaro López Tascón, dictaba la materia más difícil de la carrera, Matemáticas V, invitó a una clase de dos horas al profesor Tomás Díaz, para que nos diera una charla de Variable Compleja. Escuché con atención y admiración la magistral clase. Pero fueron solo dos horas, que me llenaron de motivación al ver la genialidad del profesor Díaz. A partir de esa clase, esperé con ansiedad encontrar algún otro profesor afro en la Facultad de Ingeniería Electrónica, pero llegué al Paraninfo Francisco José de Caldas a recibir mi título de ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones sin volver a tener ese privilegio.
Luego en la Facultad de Derecho, esperé que algún representante de nuestra etnia dictara algún curso, pero de nuevo llegué al Paraninfo sin que esa expectativa se materializara. Por eso, el día 20 de diciembre de 2020, cuando recibí un mensaje de correo electrónico de mi profesor, amigo y hermano Tomás Díaz, sentí una nostálgica emoción, al recordar esas dos horas de catedra sobre la variable compleja que marcaron para siempre mi paso por la Fiet. Por ello, quiero compartir con ustedes, un fragmento del mensaje que me envió el profesor Tomás, en el que me decía lo siguiente: “El 20 es un número hermoso, los mayas lo usaron -alrededor del año 400 a. C.- como base de su sistema de numeración. Esta base numérica tiene grandes ventajas para medir cantidades inferiores a la unidad, pues es divisible por los números positivos 1, 2, 4, 5, 10 y 20, fáciles de tratar en las divisiones de la unidad (los fraccionarios finitos).
En cambio, los babilonios -a vuelta de 1800 a. C.- escogieron la base 60, que es divisible por los enteros positivos 1, 2, 3, 4, 5, 6, 10, 12, 15, 20, 30, 60. Esta base es más generosa en divisores, pero la división por 3, 6, 12, 15, 30 y 60 no siempre genera una fracción o decimal finitos.
Sin duda, los antiguos se la ingeniaron para dar solución al caso no finito, mediante aproximaciones. Hoy, merced a la teoría de los números reales, sabemos que todo número real se puede aproximar por un número decimal finito, con precisión menor a un número épsilon positivo, convenido con anterioridad. Vale decir, la diferencia -en valor absoluto- entre el número y su aproximación puede hacerse menor que épsilon, por pequeño que este sea.
Épsilon podría ser, por ejemplo, 10 elevado a la potencia -20. Para un problema de ingeniería, la aproximación, así obtenida, sería fantástica. La rama de la Matemática que estudia estos asuntos es el Análisis Numérico, sin la cual no hubieran sido posibles los vuelos espaciales.Eureka!, 60 = 3 x 20 (los tres 20 que se alinean en la fecha de hoy). Al parecer, como pregonaran Pitágoras y la Cábala de la Biblia judía, el número es la esencia de todas las cosas. No obstante, según el neurofisiólogo Rodolfo Llinás, el cerebro es un creador de realidades; por tanto, no es que el número esté en la reconditez del ser, sino que esta cualidad es dada a priori por el cerebro”. Posiblemente pocos entiendan el mensaje del profesor Díaz y aun así, hay quienes se atreven a juzgar a sus semejantes por el color de su piel. Feliz Navidad para todos y un abrazo fraternal para mi profesor, pana y hermano Tomás Díaz.