QUEIPO F. TIMANÁ V.
Se debe hacer memoria del miramiento que tuvieron del magisterio los gobiernos hasta el plebiscito de 1957, no siempre los sueldos se pagaban cumplidamente y cada año recibían un incremento; antes de la ley 43 de 1975, llamada ley de nacionalización, los departamentos tenían la responsabilidad de hacer los pagos, lo cual creaba una odiosa diferencia del valor del salario según el presupuesto de cada departamento y su pago demoraba hasta más de seis meses; hasta el año 1950 en algunos departamentos se pagó con botellas de aguardiente, para que el maestro las vendiera y se auto pagara, esta injusticia iba contra aquel principio legal “a igual trabajo, igual salario” y también este comportamiento explica lo poco que le importaba a la clase dirigente la educación del país.
Uno de los logros del plebiscito de 1957, el cual aprobó el Frente Nacional para que cesara la violencia entre conservadores y liberales, ordenó que a partir del 1º. de enero de 1958, el gobierno nacional debía invertir no menos de diez por ciento (10%) de su presupuesto general de gastos en educación pública, decisión que fue respaldada por el voto de 4.000.000 de hombres y mujeres colombianos.
Este fue el inicio de tener una mirada diferente del valor de la educación y de que los maestros requerían ser estimulados en su exigente labor y mejorar unas deficientes instalaciones en donde desempeñaban sus labores.
La ley 43 de 1975, ley de nacionalización, que abarca la educación primaria y secundaria, el distrito especial de Bogotá, los municipios, las intendencias y comisarias, ordenó una distribución y una participación de cada municipio en obras en materia educativa.
La ley de nacionalización hizo justicia con “a igual trabajo, igual sueldo”, aunque los sueldos eran bastante limitados, y una observación que se le podría hacer, es que no se reconocieron las minorías étnicas y multiculturales, las cuales se desconocían y se les irrespetaba su acervo cultural.
La expedición del estatuto docente 2277 de 1979, para el cual hice parte de la comisión inicial entre FECODE y el MEN para su redacción, estableció 14 categorías en el escalafón, lo cual estimuló la formación del magisterio de pregrado y posgrado, dio estabilidad laboral al maestro independientemente de su filiación política, recordemos que en el Cauca un cambio de color político del gobierno departamental, hacía temblar a funcionarios y doblemente al magisterio con la persecución mediante traslados o destituciones.
Mediante el decreto 4807 del 20 de diciembre de 2011, se logró la gratuidad de la educación en el país, en la presidencia del Doctor Juan Manuel Santos y desde el año 2015 durante la misma presidencia, en el presupuesto nacional se logró que el mayor rubro fuera el de educación, por encima del de defensa que venía siendo lo tradicional por la trágica violencia que se ha dado en el país.
EL PRESUPUESTO MEJORA, NO ASÍ LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN.
La correcta escritura y el amor por la lectura de nuestros bachilleres es cuestionable, la formación en ciencias exactas y naturales deja mucho que desear, la formación en historia y geografía hace que estos desconozcan su pasado y la conformación de la república, su comportamiento como ciudadanos para una sociedad democrática que se espera estén formados, no es el mejor y es grande su desconocimiento del contexto local, regional y nacional.
Las formaciones bilingües por cuanto pertenecen a un mundo global es escasa y su preparación en el uso y creación de las herramientas tecnológicas deja mucho que desear.
Reconocer que no lo estamos haciendo bien y que el ahora presente exige capacitarse o dar un paso al costado es lo más conveniente por el bien de la educación del Cauca y del país. La educación como afluente de cultura, permite que surjan más y mejores ideas para bien de la sociedad y del trato amable con la naturaleza, la educación en el presente requiere ser nutrida desde la neurociencia, todo esto lo podemos lograr, pero exige mucho estudio y compromiso con el deber ser de nuestra profesión.