El nuevo español…

EDUARDO NATES LÓPEZ

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En semejante situación tan convulsionada de este pobre departamento, que estoicamente soporta las tribulaciones que ha heredado de su historia, no sabe uno a cual dolencia referirse. Por la necesidad de hacer un alto en el camino, para tomar aire, recogí un tema de esos que va uno dejando pendiente.

Con la venia del respetable columnista de este diario, profesor Jesús Arcos Solano, (profesor de verdad, de los de antes…) voy a meterme en los terrenos idiomáticos, pues el maltrato reiterado y creciente de muchos sustantivos, verbos, adverbios, preposiciones, artículos etc. de nuestro precioso castellano, desespera a quienes hacemos esfuerzos denodados por no causarle molestia alguna a nuestros lectores e interlocutores, y desde luego a Miguel de Cervantes, creador de Don Quijote de la Mancha, quien debe retorcerse en su tumba, ante la lluvia diaria de estropicios a su querida lengua

Comienzo por el verbo APERTURAR, que ha aparecido últimamente para reemplazar el humilde y sencillo, ABRIR. De hecho, busqué en el Diccionario de la Lengua Española, publicado por la Real Academia Española, en su vigesimotercera edición y no lo encontré, por lo que me atrevo a asegurar que no existe. “Vamos a aperturar” la exposición el próximo 15 de octubre”… decía, hace unos días, en cualquiera emisora local, el organizador de un certamen ferial. Para qué hacer más comentarios.

Sigamos con otro verbo nuevo: INTERLOCUTAR. Así dijo el líder de un movimiento social, anunciando que pronto se sentarían con representantes del gobierno, a conversar acerca de unos compromisos pactados con anterioridad y que, como es de esperarse, el gobierno (No solo este… cualquiera…) les ha incumplido. Hice lo mismo tratando de encontrar la definición en el diccionario y tampoco lo encontré. Sí hallé la palabra interlocutor, definida como: “cada una de las personas que toman parte en un dialogo”, pero no el “término” recién acuñado, con el que pretenden reemplazar verbos como: hablar, dialogar, conversar, discutir, comentar, departir, deliberar, etc. Tampoco caben comentarios adicionales. 

Vamos ahora con el adjetivo DEMASIADO, el cual están usando como sinónimo del adjetivo: “Mucho,” sin tener en cuenta que al reemplazar “mucho” por “demasiado” le cambian rotundamente el sentido a la expresión: Demasiado, significa: en exceso; más de lo conveniente. Y “mucho”, no necesariamente es excesivo. “Te quiero mucho…” “ah,… qué bueno”. Pero… “Te quiero demasiado” significa: “te quiero más de lo que conviene…” “Te estoy dando más amor del que mereces…” Y se trataba de todo lo contrario…

Y vamos ahora con los absurdos modismos que le estamos aprendiendo al “gran lingüista” Nicolás Maduro, con su: “Venezolanos y Venezolanas…” o “Colombianos y Colombianas”… cuando, en español, el plural en masculino involucra ambos géneros gramaticales. Basta decir: Venezolanos o Colombianos… Como también, en español existen los principios activos, como derivados verbales. El participio activo del verbo cantar, es: cantante. El de existir, existente. El participio activo del verbo ser, es la partícula ENTE. A quien realiza la acción se le agrega el participio “ente”. Quien preside es “presidente” no “presidenta,” independientemente de su género. Se dice “capilla ardiente” no “ardienta”. Se dice “adolescente”, no “adolescenta”. Se dice “estudiante”, no “estudianta”. Se dice “comerciante”, no “comercianta”. “representante”, no “representanta.”  

Y por último, la insoportable HASTA, que mal usada, significa todo lo contrario de lo que se quiere decir. “Señorita: ¿el doctor está?” “No. El doctor viene hasta las ocho…” Cuando me contestan así, siempre interpelo diciendo: Pero, al fin está o no está, porque lo que entiendo es que el doctor está viniendo varias veces seguidas, hasta las ocho, y de allí en adelante deja de venir. Y lo que ha querido decir la secretaria es que “el doctor viene A las ocho”. La preposición “hasta” denota límite, término de la acción. 

¡Qué falta nos hacen los profesores de Castellano, Cívica, Urbanidad etc. de ayer, quienes vivían mucho más preocupados por el rendimiento de sus alumnos, que el de sus viáticos; por enseñar a escribir en los cuadernos y no en las paredes; y por transmitir conocimientos, más que por tirar piedras…!