- Inicio
- Mi Ciudad
- Mi Región
- Política
- Opinión
-
Deportes
- Copa El Nuevo Liberal
- Judicial
- Al estrado
- Clasificados
- Especiales
Por: GRACE PATRICIA GALLEGO SUÁREZ
Especial para EL NUEVO LIBERAL
El Festival más bello de Música Andina Colombiana, cerró su versión número cuarenta y cinco, el pasado domingo dos de junio. Nos despedimos en la plaza de Ginebra, Valle del Cauca, con la sensación de querer retornar y compartir con amigos, imborrables momentos.
Ginebra huele a vino y a música, se siente en el ambiente el alma de sus intérpretes instrumentales, vocales, visitantes aficionados y cultores de la música, reunidos todos, en un cita fraterna, de tiple, bandola, guitarra, su majestad el piano, el saxo, y el trombón, la marimba de chonta, los tambores, maracas, clarinetes, trompetas, en fin… una sinfonía de ser posible, de ¡nunca acabar!
Es la sensación que se quedó en mí, de ver tanto talento reunido que conmueve las entrañas, se destaca entre ellas, la pequeña Katherine Muñoz, participante de la Voz Kids, de quien escuché las más bellas expresiones por la música Colombiana, su pasión… Tiene apenas catorce años y trasmite un amor tan grande por lo que hace que me perturbó hasta las lágrimas, las cuales compartí con ella, porque siente que los grandes concursos son demasiado comerciales y a pesar de que se le da un espacio importante a los participantes folklóricos, son las voces comerciales las que se llevan los primeros puestos.
Ella, la pequeña nariñense, abrió la gran noche de gala, e hizo estremecer a los asistentes del Coliseo Gerardo Arellano, con el timbre de su voz, su arrolladora personalidad, y gran talento, seguirá con su música, y será sin lugar a equivocarme una de las grandes intérpretes de Colombia, que brillará en el firmamento de las grandes estrellas.
La expectativa mayor estaba precisada en la presentación del concierto de María Isabel Saavedra, periodista, compositora, e intérprete, su música es sencillamente fascinante, cautiva con la sonoridad y elegancia de su voz, y la profundidad de las letras de sus canciones que hablan con franqueza de su vida y las cosas cotidianas, las cosas sencillas y simples, pero vitales. Le canta a su abuela, el amoroso ser que adora, a su sobrino el pequeño que alegra la familia con su existir, sobre todo, a ese sentimiento tan extraño y trascendente como es el amor, de sus encuentros y desencuentros y el cual la envuelve ahora dócilmente en su nueva realidad.
Le cantó a Colombia, a su tierra querida a la qué extraña, enloqueció al público que cayo rendido con sus aplausos, María Isabel, ¡sencillamente maravillosa!
De Ginebra y su Festival, hay demasiado que decir, son innumerables sus participantes, desde los niños que arrollan con su desenvolvimiento y talento, hasta los adultos que nos muestran la maestría de su trayectoria, quisiera narrarlo todo…
Comentarios recientes