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JUAN CARLOS LÓPEZ CASTRILLÓN
En nuestro país un hecho no ha terminado de tomar vuelo cuando otro nuevo lo cubre.
Hace ocho días Colombia se conmocionaba con la bajada de pantalones de Mockus en la instalación del nuevo congreso. Estábamos empezado a discutir los alcances de esa situación cuando la Corte Suprema de Justicia soltó una poderosa bomba jurídica y política con la llamada a indagatoria al expresidente y senador Álvaro Uribe, lo cual ha copado todos los titulares, análisis y editoriales de los medios y redes.
En lo regional, la decisión de la Procuraduría General de la Nación de suspender por once meses al alcalde de Popayán terminó por generar otra noticia que aceleró la espiral de novedades.
Toda esta dinámica de sucesos no ha permitido darle una mirada de fondo al hecho de que Colombia tenga – por primera vez en su historia – un gabinete ministerial cuya mitad está conformado por mujeres.
A algunas personas podría no parecerles tan importante y leerlo más como el cumplimiento de una promesa electoral, pero hay que ir más allá, como lo intenta este artículo.
Casi de entrada me atrevo a concluir que esta “paridad ministerial” tendrá muchas implicaciones en la vida pública y que una gran puerta se ha abierto, difícil ya de ser cerrada. Es más, no creo que se encuentre la llave.
Por lo menos en los próximos cuatro años y luego de ahí en adelante, resultará muy complejo y desgastante para un mandatario alterar esa composición y disminuir la cuota de mujeres en los ministerios y ello se empezará a reflejar en las propuestas de las campañas regionales del año entrante y obviamente en muchas otras posiciones; y eso está bien. Muy bien.
Históricamente Colombia ha sido un país machista y una de las expresiones más radicales de ello se ha evidenciado en la política y en el ejercicio del poder.
(Recordemos que las mujeres votan en Colombia desde hace apenas 62 años y que la primera mujer en llegar a una cartera ministerial fue Josefina Valencia en 1956, durante la dictadura de Rojas Pinilla; un año antes había sido la primera mujer gobernadora en la historia de Colombia, en su natal Cauca).
Un nuevo momento ha llegado, el del empoderamiento total de las mujeres como protagonistas de lo público, y su impacto – sin duda positivo – lo vamos a sentir mucho de aquí en adelante.
Los papeles secundarios para la mujer se acabaron y las designaciones simbólicas para ellas hacen parte del pasado, pronto hablaremos de la primera mujer presidenta, sentada en lo que durante dos centurias se ha llamado el solio de Bolívar, que perfectamente la historia podrá reivindicar como el trono de Manuela Sáenz.
Hace dos mil años Cleopatra revolucionó la historia, fue reina de los egipcios, puso sus ojos en Roma (¿o al revés?) y se convirtió en una de las primeras referencia del poder femenino. Luego la historia de la humanidad fue creciendo en ejemplos de mujeres poderosas, Catalina la Grande en Rusia, Isabel en Inglaterra, Eva Perón en Argentina y en Colombia falta poco para que se rompan 200 años de vida republicana manejados por los hombres.
Apuntemos entonces bien este hecho que ha pasado medianamente desapercibido, toda vez que las ocho ministras del gabinete del presidente Duque van a fortalecer ese proceso hacia la preponderancia de las damas.
Adicionalmente, la percepción mayoritaria es que las mujeres son más responsables, tienen gran capacidad para resolver conflictos, son más honestas y eficientes que los hombres y de lejos tienen mucha más sensibilidad social.
Para llegar a este punto no se ha requerido de una ley o un referéndum que obligue a cuotas de género, inclusive va más allá de un tema de voluntad política, es un hecho que se viene cocinando lentamente y que se había demorado en evidenciarse.
Preparémonos pues para algo nuevo, que refresca y llena de optimismo, es el momento de la mujer en la política y el poder; y más temprano que tarde los hombres tendremos que defender el derecho de las minorías a ser tenidos en cuenta.
Pos Data: lamentablemente muchas fechas de nuestra historia pasan desapercibidas, por eso un recordéis, el próximo 4 de octubre se cumplen 250 años del nacimiento del sabio y prócer Francisco José de Caldas, fusilado en 1816 durante la guerra de la independencia.
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