Por Olga Portilla Dorado
Para esta semana, la comunidad del corregimiento El Mango prepara una intervención cultural, en la que a través del arte se hará memoria de aquellos hechos violentos que marcaron la vida de sus pobladores por más de una década; pero también será un espacio para abrirle las puertas a la esperanza y la reconciliación.
Hace un año, por estos mismos días, en El Mango el ambiente era diferente, la zozobra de que en cualquier momento la guerrilla entrara a su pueblo y empezaran las confrontaciones con la Policía, estaba latente. Muchos campesinos habían visto como subían hacia la montaña camiones cargados con cilindros y veían a lo lejos, en las montañas, algunos guerrilleros. Los días para una nueva incursión de la guerrilla parecían estar cerca.
“Nosotros llegamos hasta el barrio El Recreo, ahí donde desde el 2007 la Policía llegó y se apoderó del barrio, les dijimos a los policías que salieran, que habíamos visto a la guerrilla merodear las montañas, que un ataque se aproximaba. Fue tanto el miedo que se apoderó de nosotros, que incluso las pocas personas que vivían cerca a la subestación empezaron a salir a buscar refugio lejos de allí. Esa fue la imagen que a todos nos dijo: aquí hay que sacar la Policía ahora”, así recuerda Henry Gaviria, actual presidente de la Junta de Acción Comunal, lo sucedió el pasado 23 de junio del 2015.
Líderes del corregimiento, acompañados por la mayoría de habitantes del casco urbano de El Mango y veredas cercanas, no aguantaron más y acompañados por el presidente de la Junta de esa época fueron hasta donde los policías y les pidieron que abandonaran el pueblo, que se fueran para las montañas a buscar a los guerrilleros, pero la respuesta del comandante hizo que los ‘ánimos se subieran’, y que cuando la comunidad decidió volver, ya estaban armados de valor para acabar con esa subestación y sacar a los policías.
“Nosotros fuimos sin armas, convencidos de que no los queríamos más en nuestro corregimiento, éramos miles de campesinos que los sacamos, incluso algunos hasta cargados los tuvimos que subir a los camiones y camionetas que vecinos de otras veredas nos prestaron. No estábamos en contra de los policías, porque al fin y al cabo son campesinos como nosotros, solo que cuando la guerrilla ataca, no distingue entre civiles y fuerza pública, por eso hicimos lo que hicimos”, sostiene Henry.
El presidente de la Junta, también recuerda que antes del 2007, cuando llegó la Policía al corregimiento, “la gente vivía en paz, sanamente, no había ningún inconveniente, los niños iban al parque a jugar, habían actividades en beneficio de la comunidad y la gente no tenía ningún problema”.
“El Gobierno dice que manda la Fuerza Pública a proteger al campesinado, que a proteger los pueblos, pero acá fue todo lo contrario, la llegada de la Policía nos perjudicó, nos dañó un barrio entero. Hubo muertos, daños en viviendas y la mayoría de sus habitantes estamos psicológicamente afectados; por todo eso, la comunidad se reunió y se vio en la obligación de sacar la Policía, no como se ha mostrado, de una forma violenta, no porque nosotros hablamos con ellos, se hizo un acuerdo”, agrega el presidente de la JAC de El Mango.
Y es que según cifras del Dane, en Argelia, hasta el primer semestre del año pasado, las confrontaciones entre la guerrilla y la Fuerza Pública habían dejado un total de 13.427 personas desplazadas, (6.485 hombres y 6.942 mujeres), en un municipio donde aproximadamente son 25.350 habitantes. Más de la mitad de los argelianos fueron desplazados de su territorio en la última década.
365 días sin policías en El Mango
Según comentan los habitantes de este corregimiento, la expulsión de los policías de ese lugar se hizo de manera pacífica, y con el fin de que el Gobierno Nacional entendiera que la Fuerza Pública no era necesaria en El Mango, porque allá ya habían organizaciones encargadas de proteger la integridad de las personas, sin usar armas, sino a través del diálogo.
“Nosotros tenemos una organización para cuidar nuestro corregimiento, para evitar que hayan atracos, violaciones, personas que estén metidos en la droga, de todo; eso es lo que hacemos con esta organización, que además es avalada por todo el corregimiento y la gente ya se está adaptando al reglamento que nosotros colocamos, y hasta ahora nos ha ido bien”, comenta Henry Gaviria, presidente de la JAC de El Mango.
El cambio en este lugar es evidente, las personas ya pueden tener sus negocios, caminar por las calles en la noche, porque antes tenían que estar dentro de sus hogares entre 7:00 y 7:30 de la noche, con el miedo de que en cualquier esquina dejaran una bomba o una granada; por eso la gente no salía.
“Ahora ya hemos hecho actividades, los habitantes de otras veredas vienen a los campeonatos de fútbol que organizamos aquí, nuestros hijos han podido recrearse en el parque, el pueblo volvió a la normalidad. La comunidad está viviendo en armonía, vivimos como hermanos en nuestro corregimiento”, afirma Gaviria.
Una fecha para conmemorar
Juan Manuel Torres, sociólogo, oriundo de El Plateado, corregimiento de Argelia y uno de los realizadores del documental ‘El Mango en medio del cañón’, quien lidera la propuesta de hacer la ‘intervención cultural’ en El Mango esta semana, la jornada que inicia este 22 y terminará el viernes 24, tiene el objetivo de recordar lo sucedido hace un año, pero también hacer memoria de esos muertos que ha dejado la guerra, rendirles un homenaje y construir entre todos, propuestas que sigan recuperando el tejido social de esta comunidad.
Aunque la agenda oficial aún no está lista, Torres comenta que son varias actividades las que se realizarán, habrá una jornada de muralismo participativo, entre ellos se hará una obra en memoria de la profesora Ana Ilda Gaviria, quien murió en una de las incursiones de la guerrilla al corregimiento, “será una denuncia para nunca olvidar”.
También se realizará una exposición fotográfica para conmemorar un año de la salida de la Policía del corregimiento, material fotográfico que se obtuvo gracias al trabajo de investigación que se hizo con el documental. Además, se realizará un conversatorio para entre todos reconstruir lo sucedido, evaluar cómo es la situación actual del corregimiento sin presencia de la Policía, y habrá presentación de artistas. “Es una apuesta simbólica, de memoria, significando el dolor, la reconciliación y la esperanza”, comenta Juan Manuel.
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