“Pepe Mujica le enseñó a los revolucionarios latinoamericanos, que se hace más con obras y hechos positivos en contra de la inequidad e injusticia sociales, que recitando los trasnochados discursos de Marx y Engels “.
El anciano mandatario uruguayo deja el poder registrando un balance altamente positivo de su gestión al frente de los destinos de su país, uno de los más bellos y apacibles del Continente. No solo por los resultados económicos y de bienestar de sus conciudadanos, que ha sido un elemento constante en la nación rioplatense, sino por el estilo campechano, sobrio y sencillo que imprimió a sus cinco años de mandato, alejado de toda clase de oropeles, lujos y campanillas, como es frecuente en nuestras latitudes, por parte de quienes son ungidos con el favor popular. Lección de estilo y de vida para quienes detentan el poder en todos los órdenes. La izquierda en la que milita, en algunos momentos, no pudo disimular su incomodidad con relación a algunos episodios que protagonizó frente a los Estados Unidos, con los que mantuvo unas inmejorables relaciones, en particular cuando ofreció el ingreso y la permanencia en su país, a los presos de Guantànamo, para los que pasaron los años, sin que se les hubiera formulado ningún cargo criminal específico, y la misma inserción que a fines del año pasado ofreció a varias familias sirias, que huyeron de la cruda guerra de su país. Pepe Mujica le enseñó a los revolucionarios latinoamericanos que se hace más con obras y hechos positivos en contra de la inequidad e injusticia sociales, que recitando los trasnochados discursos de Marx y Engels. Es claro que la política internacional de Uruguay durante estos últimos cinco años, se mantuvo dentro de la neutralidad y afirmación de los intereses nacionales frente a las grandes potencias, y la defensa de la integración de nuestros países, en el marco de una gran dosis de pragmatismo, como ha sido tradicional, pero que algunos analistas lo veían como una agenda difícil por no decir fracasada, dados los orígenes guerrilleros del mandatario .Es muy probable que su partida, con los nuevos elementos que han entrado a jugar en la política latinoamericana—entre ellos el restablecimiento de las relaciones entre E.U. y Cuba–, y con la semilla de pragmatismo que deja sembrada Mujica, una nueva etapa de mayor apertura y prosperidad, se comience a vivir por los ciudadanos de la hermana nación, recostada placida y hermosamente sobre el romántico Rio de la Plata.
(*) Analista Internacional. Colombiano.
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