‘El Gran General’

DIEGO FERNANDO SÁNCHEZ VIVAS

[email protected]

“He cumplido un ciclo vital”, piensa mientras se arropa con la ruana, arregla su sombrero y estira las piernas. El general ha dejado la casa de la hacienda de Coconuco y con Emiliano y dos de quienes fueron sus esclavos, camina hacia el potrero desde donde se divisa su amada Popayán”.

Con este fragmento de antología que sigue al inicio del texto en el que se refiere que en la cordillera de los Andes, el general recostado en un árbol de cedro agita sus recuerdos, se inicia la extraordinaria novela histórica de la autoría del abogado Omar Henry Velasco cuya presentación se hizo este fin de semana en la casona que fuera la residencia vital del general, que narra en una forma amena y descriptiva los hechos que marcaron la vida y obra del gran general Tomás Cipriano de Mosquera, hechos que se entrelazan con la historia misma de la entonces naciente república y de sus personajes protagónicos cuyo eje central es la relación con el general caucano.

En el texto mencionado se evidencia la característica más representativa de la recia personalidad y el carácter firme del General Mosquera, cuya vehemencia para defender sus ideas y pensamientos era proverbial. Gracias a esa cualidad innata que evocaba el espíritu guerrero y altivo de los grandes estrategas militares de la historia de la humanidad, lograba infundir en sus adversarios el temor, y en los soldados de sus filas, el fervor y la confianza necesarios para salir victoriosos aún en los encuentros más difíciles y duros, su desempeño fue brillante como conductor y orientador de la naciente república de la cual ocupó la presidencia en cuatro ocasiones, y un visionario que trató de implementar medidas que en ese entonces eran consideradas abiertamente radicales. Es notable el pensamiento del General Mosquera sobre la separación de la Iglesia y el Estado que materializa en aspectos puntuales como la libertad religiosa plena, el matrimonio civil, la enseñanza laica y la llamada ‘Tuición de Cultos’ o autorización estatal para la práctica del ministerio. Mediante el decreto del 9 de septiembre de 1861, el General Mosquera dispuso la desamortización de bienes de manos muertas, una medida cuyo objetivo principal era la redistribución estatal equitativa de la tierra concentrada, improductiva y fuera de la enajenación. El Gran General fue también ferviente partidario de un federalismo como estructura de un estado que pudiera suministrar a los derechos individuales la garantía debida. De sus ejecutorias como gobernante se recuerdan entre muchas otras las referentes a las vías de comunicación, y la instalación fija de la navegación por el Rio Magdalena que unió al centro con la periferia y fomentó la salida de materias primas a los puertos.

El 7 de octubre de 1878 tal como lo refiere el texto del autor Velasco exclama el Gran General , “He resuelto morirme hoy”, y se anota en el texto “El general siempre ha sido terco. Nadie puede llevarle la contraria. A las ocho y media de la noche muere”.

Más allá de su eterna rivalidad con el General Obando y de su difícil temperamento, el general Mosquera se constituye en el artífice de las grandes reformas y el orientador de causas en la naciente república de hace dos siglos, y el texto de Omar Henry Velasco, en un obligado y excelente referente de la vida y ejecutorias del ‘Gran General’.