MIGUEL CERÓN HURTADO
Hace un año por estos mismos días, escuchábamos al gobierno y principalmente al Ministro Cárdenas, vociferar por los medio de comunicación que Colombia estaba blindada y que por lo tanto los fenómenos de la economía mundial que por el año 2014 tuvieron manifestaciones preocupantes para los capitalistas de Estado Unidos y Europa, no afectarían la economía nacional, así que los ricos con sus recursos en el país no debían preocuparse. Se ufanaba Cárdenas, de que la política macroeconómica orientada principalmente por el Banco de la República, independiente y autónomo, sumada a una política fiscal cautelosa que controlaba el endeudamiento en concordancia con los recaudos tributarios, sería los principales medios para asegurar los buenos vientos en 2015, o sea el año que está terminando. Por supuesto, sólo él creía en ese supuesto blindaje, ya que esta economía no es una isla en el concierto internacional y por el contrario, las fuerzas externas son factores determinantes del acontecer nacional.
Hoy, transcurridos 365 días, vemos que la fiesta de Cárdenas no resultó tan buena. Claro, a él le siguen dando el galardón de “mejor ministro” porque paga cumplidamente los intereses y el principal a los especuladores internacionales del dinero poseedores de papeles del gobierno colombiano, aunque acá en el interior todo esté quebrado, pero el conjunto de la economía muestra situaciones que crean preocupaciones para el 2016.
La caída del precio del petróleo afectó notoriamente los ingresos fiscales; el aumento desproporcionado del precio del dólar golpeo los egresos del Estado por aumento del servicio de la deuda. La devaluación no incrementó las exportaciones y por el contrario, elevó los costos de un aparato productivo altamente dependiente de las importaciones; la inflación supero con creces las expectativas del banco central; el desempleo volvió a mostrar sus efectos sociales negativos y el déficit fiscal sobrepaso los cálculos como porcentaje del PIB. A esto se le suma que los ricos se siguen quejando por los tributos y piden que se elimine el impuesto al patrimonio y se incremente al gravamen a los pobres, tal como lo recomienda la Comisión Tributaria que propone subir el IVA al 19 %, es decir poner la carga en los hombros de los pobres, cosa que agravaría más la situación, no sólo social, sino también al conjunto de la economía porque esta filtración reduciría la demanda agregada y esto traería efectos recesionistas. Si fuera que el aumento de los ingresos del gobierno se convirtiera en mayor inversión o en mayor gasto de funcionamiento, los efectos en la demanda agregada no serían tan graves; pero lo cierto es que los aumentos en el ingreso fiscal se trasladan al servicio de la deuda y la mayor parte se fugan hacia el exterior.
Ahora no se sabe qué ira a decir el gobierno ante la grave situación que afronta la economía colombiana y principalmente las finanzas públicas, que justifica con la baja del precio del petróleo y el aumento del precio del dólar; pero si las medidas de política económica hubieran sido diferentes desde hace varios años, probablemente los efectos no serían los mismos. Sobre todo, si se hubieran adoptado una política macroeconómica apropiada y se hubiera corregido las fallas estructurales que posee la economía, el pueblo no se estaría alistando para recibir el golpe del nuevo año.
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