GISELLE DELGADO
Lo esperado: un día después de las elecciones norteamericanas, como por arte de magia aparecen las multinacionales ofreciendo la vacuna que salvará al mundo del atentado genocida del 2020. Atentado que buscó eliminar a todas las personas que significaban una carga para el gasto público. Las palabras sabias y venenosas de la directora del FMI, se cumplieron como una profecía y mataron así, sin piedad a muchas personas mayores de 60 años que generaban, un gasto a los gobiernos, a través de las pensiones perennes, buscando así un equilibrio del decadente neoliberalismo.
Los autores y provocadores de la pandemia son originalmente chinos, quienes en los últimos años fueron fustigados en su economía, al sacar sus productos de muchos países por determinación de los gobiernos norteamericanos de turno; que presionaban a países como el nuestro, obligando inclusive a que empresas chinas -Huawei por ejemplo- salieran de Colombia. Por eso me atrevo a decir que el coronavirus puede ser llamado la venganza de china, a causa de que sus productos fueron sacados del mercado global por la deslealtad mercantil.
Mientras los intereses mundiales giran alrededor de la economía, que se mueve entre bambalinas como remolinos por debajo de una realidad desoladora; querían eliminar ancianos, querían eliminar toda aquella persona que significara un gasto más, para de esa manera los capitales restantes, pudieran ser utilizados por las diferentes banderas políticas. Así aparecen en el escenario Rusia, China y EEUU como los tres puntales del debate. La sumisión de gobiernos latinoamericanos fue generalizada exceptuando Cuba, Nicaragua y Venezuela, los que desde su inicio, atacaron la bomba tóxica, haciendo énfasis en la salud pública e impulsaron libremente los medicamentos que tuvieron a su alance: entre ellos el Interferón. Fueron países desobedientes pero independientes y libres.
Escuché por los medios de comunicación en Colombia, cuando médicos y científicos colombianos, que son estructurados y que no desmerecen y menos que pongan en tela de juicio su idoneidad, propusieron al gobierno colombiano que apoyara la investigación nacional para la realización de vacunas; propuesta que fue sacada del tajo. Pues la orden que tienen es agachar la cabeza a las multinacionales farmacéuticas. Sonará un poco perverso, pero podrían ser estas mismas organizaciones las involucradas en la creación de la famosa pandemia. No les importó dejar huérfanos o viudas como en cualquier guerra. Sin contar las consecuencias económicas que han dejado a familias sin recursos y a la intemperie; padeciendo hambre y afugias. Y cómo calificar el daño sicológico que se provocó cuando a los niños los convirtieron en rehenes de esta guerra. Quién va a asumir y quien se va a responsabilizar de todos los males causados; cuando hay unos adolescentes frustrados y futuros profesionales que fueron separados de la academia. ¿Qué sucederá con ellos, cuando en el ejercicio de su profesión se enfrenten a una realidad para la cual no quedaron bien preparados?
Vale aclarar que la vacuna no es gratuita: esa es otra gran mentira mediática; pues todos los millones que van a salir para pagar la vacuna saldrán luego de su bolsillo, cuando compre Ud. la carne, los huevos, el televisor o el celular. Así que despabilémonos: ¡la vacuna no es gratis! Pero lo que si les puede provocar la vacuna a las personas seniles o con patologías premórbidas; es el desarrollo de enfermedades como falla renal, Guillan Barré, encefalitis o potencializar las patologías de base. Sin ser perversa y siendo realista: ¡A los que no mató el coronavirus los matará la vacuna!
Mientras la gente del común muere, los gobiernos se enriquecen y viven de la tragedia. Se guarda absoluto silencio sobre el fortalecimiento de la medicina preventiva o salud pública. Pues el modelo de salud que actualmente tienen la mayoría de los países latinoamericanos es un fracaso: ¡la prevención no está incluida en la mentalidad de las mafias, pues esta no es rentable! Seguiré creyendo en la venganza China. Mientras las potencias y nuestros gobiernos se reparten el usufructo de las muertes. Sería muy interesante saber ¡¿quiénes son los dueños de estas multinacionales?!