El General en el Cauca

FERNEY SILVA IDROBO

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Nació en el seno de una familia acaudalada, creció bajo el amparo de un tutor, quien lo educo y lo posibilito en la capacidad de reflexionar; menospreciado por los españoles peninsulares, atribulado por la temprana muerte de su esposa, y distinguiendo el resplandor de Napoleón, se dio la tarea de enseñarle al mundo, que los limites solo están en la mente de los hombres pusilánimes.

Murió enfermo y abandonado, el Libertador defraudado al ver que su visión del mundo americano disentía con el egoísmo de quienes estaban amparados en la comodidad, partió con escala en Santa Marta donde sin llegar a su destino, dejo de respirar.

Bolívar, si tuviese aspiraciones políticas hoy, la tendría difícil.

Si quisiera buscar un aval en el Cauca, tendría que pasar por el filtro parlamentario; imaginó a los Congresistas y presidentes de las colectividades preguntar – ¿Cuánto tiene para la campaña? – mi General les diría la verdad – ¡No tengo un peso!, los dirigentes de nuevo le lanzaría otra pregunta, – ¿Es hijo de quién, su apellido no es reconocido por acá? Bolívar se rascaría la cabeza y diría – ¡tampoco tengo apellido de abolengo!

Generosa la clase dirigente nuestra, le lanzaría un salvavidas, ¿General usted ha invadido lotes del Estado y los vendió luego como urbanizador pirata? – Bolívar abriría sus ojos y con orgullo y voz fuerte dice ¡NO!, – el Libertador recibe como respuesta otra pregunta – ¿tiene ingenieros o Gerentes de hospitales que lo patrocinen como a Samuelito?, a lo que responde – ¡tampoco!; La respuesta final es, Don Simón es imposible su aval, hay gente haciendo cola desde antes.

Preocupado a esta altura don Simón, unos líderes le recomendarían que la solución es con algunos dirigentes independientes, luego de más 20 reuniones y 300 tintos llegan a la conclusión que Bolívar es la carta para el aval, el Libertador feliz de superar un nuevo obstáculo en su vida espera la expedición del aval, pero este demora, demora hasta que pregunta – ¿mi aval?, la secretaría le dice que el aval para el Senado vale 5 veces más que para el Concejo y que debe consignar 10 millones de pesos, el General avasallado solo atina a decir “Santander era un Santo.”

Apesadumbrado por esta nueva derrota el General, detiene una mototaxi, se coloca un casco de mil batallas y luego de esquivar todos los huecos y reductores de la ciudad, llega a las oficinas de los burgomaestres de la región, les pide cita y se la asignan como en cualquier EPS para dentro de tres meses.

Sentado en la banca del parque Caldas, le llega un “Julito” – entiéndase político del parque Caldas – y le dice – ¡Libertador, se tomaron la carretera!, el Libertador contesta – ¡Los Españoles! – Le responden – ¡No, los indígenas!

Llega otro y le dice mi General viene una marcha para acá, el Libertador dice – ¡Los Españoles!, le responden – ¡No, son los profesores que reclaman por la educación!

El Libertado pregunta que donde puede hacer un reclamo, a lo cual un “Julito” le dice, que primero le recomiende el asunto a un político para que surta efecto la investigación, sino, no pasa nada.

Apesadumbrado y caminando por el centro de la ciudad, le dicen – ¡Libertador viene la policía para acá! – el Libertador dice – ¡la Policía Española! , – ¡No! – Le responden – vienen a detenerlo por ocupación del espacio público sancionado en el nuevo código de Policía.

El General corre antes que lo suban al camión “lobo” y le grita a los Caucanos – salven ustedes la patria partida de locos. Como el libro de García Márquez está en su laberinto, está en el Cauca.

¡General donde este, mi más profundo respeto y gracias por la independencia, la libertad al igual que usted la seguiremos buscando!