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Por: María Alexandra Méndez Valencia
Especial para EL NUEVO LIBERAL
En la mañana del 13 de junio se tuvo noticia del gran descubrimiento científico que revolucionará el mundo de la astrofísica. Se trata del anuncio de Allison Kirkpatrick, astrofísica de la Universidad de Kansas, quien refirió el descubrimiento de los “quásares fríos”, galaxias con gran cúmulo de gases de muy bajas temperaturas que todavía son capaces de producir estrellas nuevas, pese a tener un quásar en su centro. Este descubrimiento echa por tierra las hipótesis que existían sobre el crecimiento de las galaxias.
La galaxia en espiral Messier 74 es un gran ejemplo de ello, los estudiosos la observan de frente con sus telescopios. Notan que sus brazos espirales brotan del núcleo central y están asperjados por un sinnúmero de estrellas azules jóvenes. También fue posible observar zonas rosadas con brillo, compuestas por hidrógeno ionizado, que en realidad son átomos de hidrógeno que han perdido sus electrones.
Un quásar es esencialmente un agujero negro súper masivo. El gas que desciende hacia el centro de la galaxia forma un disco que se va acrecentando y que puede desprenderse de una enorme cantidad de energía electromagnética, que generalmente tendrá mucha más luminosidad que una galaxia con características básicas.
La formación de un quásar es señal inequívoca del declive galáctico, y se creyó durante mucho tiempo que es el preámbulo del fin de la capacidad galáctica para producir nuevas estrellas. Cuando la galaxia (esa agrupación de materia cósmica), queda imposibilitada para formar estrellas, se le declara como muerta.
Kirkpatrick explicó que el gas que se concentra en el agujero negro se calienta y emite Rayos X. El gas acumulado comienza a moverse a velocidades inverosímiles y además, cuenta con un campo magnético a su alrededor que le permite torcerse. Al captar las llamaradas provenientes del sol, puede hacer que los chorros de material suban a través de los campos magnéticos y sean arrojados fuera del agujero negro. Estos chorros sofocan el suministro de gas de la galaxia, propiciando la formación de nuevas estrellas.
Son fuentes muy compactas, azules y luminosas. Se asemejan a un agujero negro súper masivo en las últimas etapas tras finalizar la formación de estrellas en una galaxia. Posteriormente, se convierte en una galaxia espiral pasiva. También se ha hallado gran cantidad de gas frío en esta fuente de radiación celeste con apariencia estelar. Esta es la población a la que Kirkpatrick ha llamado quásares fríos.
El trabajo de la estadounidense concluyó que el 10 por ciento de las galaxias que acogen a los agujeros negros súper masivos contaban con un suministro de gas frío después de entrar a esta fase, y aún eran estrellas nuevas.
Ella califica este hecho como asombroso. Es posible encontrar allí un montón de objetos disímiles. Algunas galaxias presentaron señales de fusiones muy obvias; algunas se asemejan a la Vía Láctea y tienen brazos espirales muy evidentes. Otras son muy compactas. Y el 10 por ciento restante es único e inesperado.
‘Franja 82’
La científica identificó por primera vez los objetos de interés en una zona de Sloan Digital Sky Survey, en el mapa digital más detallado del universo que se conoce. En la zona denominada ‘Franja 82’, Allison Kirkpatrick y su grupo de investigadores pudieron identificar visualmente los quásares.
Sobre lo anterior, la investigadora agregó: “Luego recorrimos esta área con el telescopio XMM Newton y lo examinamos en la radiografía. Los rayos X, son la firma clave de los agujeros negros en crecimiento. Desde allí los examinamos con el Telescopio Espacial Herschel, un telescopio infrarrojo lejano, que puede detectar polvo y gas en la galaxia anfitriona”.
Añadió también “ya sabíamos que los quásares atraviesan una fase oscurecida por el polvo. Y que atraviesan una fase fuertemente envuelta donde el polvo rodea al agujero negro súper masivo. Llamamos a eso una fase de quásar rojo. Pero ahora hemos encontrado este régimen de transición único que no conocíamos antes”.
Estos nuevos descubrimientos otorgan a la comunidad científica herramientas para comprender y ampliar horizontes sobre cómo se produce la extinción de la formación estelar en las galaxias y anula anteriores teorías que ya se habían dado por sentadas sobre los quásares. Además, nos invitan a que reflexionemos sobre que nada tiene tanto poder para ampliar la mente como la capacidad de investigar de forma sistemática y real todo lo que es susceptible de observación en la vida.
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