Senador de la República
@GGarciaRealpe
Mucho se ha hablado de la dejación de las armas por parte de las FARC, quienes apoyamos de manera firme y decidida el proceso de Paz reconocemos un hecho histórico el desarme del grupo guerrillero más antiguo del continente.
Lamentablemente algunos sectores siguen cuestionando el proceso, tergiversando este trascendental paso en la historia colombiana. No por ello, el país va dejar de ser optimista en los nuevos retos que se avecinan, un mayor crecimiento económico, más inversión extranjera, más fuentes de trabajo, será lo que le espera a Colombia en el posconflicto.
La transición a la vida civil de los excombatientes y abrir oportunidades en materia laboral, política y de inclusión a la sociedad no será un trabajo fácil, ese será otro desafío que tendrá el gobierno y que los colombianos debemos abrazar.
Las armas que tanto dolor y muerte causaron en el país, ahora serán fundidas y se convertirán en tres monumentos que estarán ubicados en New York al lado de las Naciones Unidas, otra en Cuba y una tercera en Colombia.
El mecanismo de monitoreo y verificación de Naciones Unidas, confirmó que hasta el momento han recibido 7132 armas entregadas por los guerrilleros en las 26 zonas de concentración, los fusiles y demás material bélico están bajo su custodia en veinte contenedores. Así mismo sobre las cerca de 900 caletas, la ONU informó que ya se completó el planeamiento de 456 para su extracción y de esta cifra 94 ya fueron ejecutadas y verificadas de forma exitosa por el grupo de observadores internacionales.
Se espera que al primero de agosto las FARC entregue la totalidad de las armas, incluso las últimas que les garantizaba su seguridad en los 26 puntos de concentración.
A partir de ese momento esa guerrilla dejará de serlo y entonces empezará la transformación en un Movimiento Político y de reincorporación de sus militantes en ciudadanos.
Quienes somos demócratas le damos la bienvenida y celebramos que la insurgencia haya cambiado las balas por ideas, que hayan comprendido que la transformación del país no se da a través de la violencia, ni que tampoco el poder se conquista a través de las armas.
Ahora ellos como el Estado colombiano tienen enormes desafíos, las FARC tendrán que convencer con ideas, con propuestas a los ciudadanos, a esos mismos que tanto daño hicieron para que los apoyen en las urnas, lograrlo, sin lugar a dudas no será un reto fácil.
Muchos colombianos y en especial las víctimas perdonan, pero no olvidan el dolor y el sufrimiento causado por los guerrilleros, convencer a una sociedad aún dolida será un arduo trabajo que no se va a lograr en pocos años.
El Estado, por otra parte tendrá la misión de garantizar la seguridad a todos los miembros de la antigua FARC, de garantizar sus derechos políticos, de permitir su plena reincorporación a la vida civil y de la misma manera tendrá que realizar una profunda reforma política.
De esta manera termina un proceso exitoso, que tuvo muchas piedras en el camino, las partes cumplieron, la guerra con las FARC ha terminado y ahora el país se prepara para combatir otros flagelos como la corrupción, la pobreza, la inseguridad ciudadana, las bandas criminales, todos fenómenos que afectan día a día a los colombianos.
Pero sin duda haber terminado con las FARC como principal grupo generador de violencia en Colombia es un hecho histórico que es reconocido internacionalmente por muchos países amigos del proceso, por grandes líderes mundiales que desde el exterior ven ya con otros ojos a nuestro país, como una nación que promete grandes transformaciones regionales, con potencialidades únicas en diversos campos, de tal manera que nos debemos llenar de optimismo que los tiempos que vienen serán mejores no sólo para los que hoy vivimos este trascendental momento en la historia del país, sino para las nuevas generaciones que disfrutarán y vivirán en un país en paz.
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