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MIGUEL CERÓN HURTADO
Tres fenómenos de mucha trascendencia están ocurriendo en este 2019, entre muchos otros, que generan preocupación; pero más que esto, que deben ser motivo para modificar la conducta colectiva de la comunidad caucana, por sus efectos impredecible y por ello de mucho riesgo para las condiciones de vida de la región.
La movilización indígena y campesina que ha alcanzado una magnitud considerable, es señal del grado de madurez de la organización social de base, la cual está mostrando un clima de pugnacidad derivado de la contradicción entre el alto nivel de descontento de las comunidades y las posturas radicales del gobierno, que se aparta de los fundamentos de la democracia participativa donde el diálogo y la concertación constituyen la base de la gobernanza, como herramienta básica de las relaciones Estado-Sociedad. Independientemente del juicio político que se hace al procedimiento sobre las vías, que es discutible, no se puede desconocer que el caso traerá consecuencias en la vida social del departamento que se saldrán de los cauces normales de la trayectoria histórica, porque no es el único en el mundo, como se puede ver, sin mirar los sucesos Latinoamericanos, en Francia, Italia, España, Inglaterra y otros países europeos que no son subdesarrollados, también ha y marchas y movilizaciones de protesta.
También hay que considerar en el panorama sociológico de este año, en la realidad en las economías domésticas. Basta con preguntar a los vecinos, amigos y familiares, “¿cómo está la situación?” para que respondan “la situación está muy dura”. Es tendencia generalizada en por lo menos el 80 % de los hogares, que los ingresos familiares no alcanzan a cubrir los gastos, que se están sacrificando necesidades que ya no se pueden satisfacer por la limitación de los recursos, que las deudas domésticas van creciendo y que el desempleo no permite ver perspectivas para salir de la crisis en la vida familiar. Todo como consecuencia de los efectos que el modelo del Capitalismo Rentista con su soporte conceptual el pensamiento neoliberal, ha traído a todo el mundo durante el último cuarto de siglo, incluido USA, de donde se dice que ya hay cinturones de miseria y calculan en 40 millones de indigentes, casi el 90 % de la población colombiana. El modelo ha generado consecuencias globales y también en Europa, los hogares se quejan por las dificultades domésticas, lo que se refleja en las estadísticas sobre cartera vencida en los créditos de consumo y en los niveles de gasto de los europeos para comprar este tipo de bienes.
Y para acabar de enredar la coyuntura social de este 2019, este año habrá elecciones, precisamente, de administradores territoriales, quienes en representación del Estado, deben afrontar en la primera línea las presiones de la comunidad derivadas de sus necesidades. Los políticos tradicionales se están alistando con los mismos métodos de hacer campaña, negociando con las microempresas electorales que aglutinan ciudadanos que con el cerebro alienado, se dejan manipular pensando más en el interés personal que en el bien común y el interés colectivo, de modio que acuden como borregos a las mesas electorales, sin considerar las propuestas de campaña ni los perfiles de los candidatos que habrán de gobernar los territorios durante los próximos años. A pesar de que existen los modelos de gestión pública territorial y el piso jurídico adecuado, estos no se aplican y los gobernantes se dedican a cosas diferentes a la solución de los problemas y necesidades de la comunidad.
Vista así la situación en el departamento del Cauca, a uno se le revuelven por dentro las fibras del organismo y se expele el suspiro de preocupación, recordando la vieja expresión de los mayores al ver casos complejos y difíciles; cuando se piensa en el Cauca de hoy, el cuero no está para correas.
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