- Inicio
- Mi Ciudad
- Mi Región
- Política
- Opinión
-
Deportes
- Copa El Nuevo Liberal
- Judicial
- Al estrado
- Clasificados
- Especiales
HAROLD MOSQUERA RIVAS
Una vez terminada la Primera Guerra Mundial, hubo una conferencia de paz en Versalles Francia, allí los representantes de las naciones convocadas evaluaron las razones que condujeron a la humanidad a una conflagración de esa magnitud, con el propósito de evitar que volviera a ocurrir.
Concluyeron los asistentes que mientras no hubiese justicia social para el ser humano que trabaja, la paz seguiría siendo una quimera. Para alcanzar el propósito de la justicia para los seres humanos que trabajan en cualquier lugar del mundo, crearon un organismo multilateral, al que denominaron Organización Internacional del Trabajo, que tendría como tarea principal la adopción de normas internacionales del trabajo que bajo la forma de tratados internacionales fueran ratificadas por los países miembros e incorporadas a sus ordenamientos jurídicos internos. Han pasado 100 años desde la creación de la OIT y basta leer el preámbulo de su constitución para confirmar que en materia de relaciones laborales es muy poco lo que hemos avanzado.
El mismo señala: “Considerando que la paz universal y permanente sólo puede basarse en la justicia social; Considerando que existen condiciones de trabajo que entrañan tal grado de injusticia, miseria y privaciones para gran número de seres humanos, que el descontento causado constituye una amenaza para la paz y armonía universales; y considerando que es urgente mejorar dichas condiciones, por ejemplo, en lo concerniente a reglamentación de las horas de trabajo, fijación de la duración máxima de la jornada y de la semana de trabajo, contratación de la mano de obra ,lucha contra el desempleo, garantía de un salario vital adecuado protección del trabajador contra las enfermedades, sean o no profesionales, y contra los accidentes del trabajo, protección de los niños, de los adolescentes y de las mujeres, pensiones de vejez y de invalidez, protección de los intereses de los trabajadores ocupados en el extranjero, reconocimiento del principio de salario igual por un trabajo de igual valor y del principio de libertad sindical, organización de la enseñanza profesional y técnica y otras medidas análogas; Considerando que si cualquier nación no adoptare un régimen de trabajo realmente humano, esta omisión constituiría un obstáculo a los esfuerzos de otras naciones que deseen mejorar la suerte de los trabajadores en sus propios países: Las Altas Partes Contratantes, movidas por sentimientos de justicia y de humanidad y por el deseo de asegurar la paz permanente en el mundo, y a los efectos de alcanzar los objetivos expuestos en este preámbulo, convienen en la siguiente Constitución de la Organización Internacional del Trabajo”.
A pesar de 100 años de esfuerzos, todavía hay seres humanos trabajando en condiciones cercanas a la esclavitud, hay niños menores de 15 años que en vez de estudiar trabajan, Hay personas que se mueren de viejas sin recibir jamás una pensión, hay mujeres sufriendo acoso laboral, sexual y discriminación en el salario y en el empleo. Por tanta falta de justicia social en el mundo, es necesario conmemorar el centenario de la OIT, pero también es indispensable redoblar esfuerzos, para que la generación del bicentenario, tenga mucho más que celebrar en el 2119.
Comentarios recientes