Constituye motivo de preocupación y consenso general de censura, el manejo desacertado que las autoridades locales, por negligencia o falta de planeación, le ha dado a la inversión pública, que ocasionan inaceptables retrasos a las obras de infraestructura, en todos los campos.
La doble calzada Santander-Popayán, la variante Timbío – El Estanquillo, quedaron en veremos, pues el gobierno nacional no las viabilizó para la actual vigencia; hay precariedad en las vías secundarias y terciarias e incluso en las calles de nuestras principales cabeceras municipales como en El Tambo, Timbío, Santander de Quilichao, Piendamó, etc. En gran parte del territorio caucano, se puede apreciar el estado deplorable de las vías públicas.
Mientras el Gobierno Santos pretende hacer un esfuerzo para lograr mejorar las cifras de crecimiento del rubro de obras civiles, en el Cauca, cuya dirigencia instó a su electorado a votar mayoritariamente por su propuesta, no se refleja tal esfuerzo y por lo contrario, la brecha se amplía en este campo, constituyendo el principal freno para el desarrollo regional y local.
Estudios técnicos estiman que requeriremos sesenta años de inversión pública continua para lograr una infraestructura acorde con nuestro potencial nivel de desarrollo. Por ello, resulta lamentable que, de nuevo, las noticias sobre el desarrollo de grandes obras sean negativas para el Cauca.
La manera como se maneja la inversión pública y se adjudican los contratos, es un verdadero escándalo de ineficiencia y corrupción; incluso las obras a cargo del gobierno nacional de alto impacto para la región, como la modernización del aeropuerto Guillermo León Valencia, que en vez de reubicarlo, prefirieron remodelarlo, sin tener en cuenta que constituye un tapón del Darien para el desarrollo urbano de la capital caucana. Los cinturones viales de Popayán-Coconuco- Paletará-Isnos, Rosas-La Sierra-San Miguel, Bolívar-La Lupa, Popayán-Totoró-Gabriel López-Inzá-Puerto Valencia-La Plata, están inconclusas y no se entregaron dentro del término pactado en los contratos. El caso de la carretera al mar, una infraestructura que debió realizarse hace décadas, es otro ejemplo frustrante de la incapacidad que tiene nuestra dirigencia para realizar obras de envergadura y hay incertidumbre sobre el tiempo adicional necesario para concluirlas. Para los caucanos es de común ocurrencia, el manido argumento que se presentan dificultades técnicas no previstas, incertidumbres geológicas o problemas con el financiamiento de las mismas. Lo único que se confirma, una vez más, es que las obras grandes a nuestros gobernantes y representantes de la clase política, les quedan grandes.
Con una contratación pública lenta y engorrosa, incapaz de garantizar el cumplimiento de las obligaciones del Estado y del contratista, con largas esperas cuando es necesario hacer expropiaciones de propiedades, con información geológica y estudio de suelos no confiables, aunado a los embelecos de historiadores que a cualquier vestigio de obra antigua, le dan la importancia de hallazgo antropológico, provocando inconsistencias y desastrosos retrasos a la ejecución del contrato.
Con el equívoco de generar empleo temporal, se acude a cuadrillas de obreros que a pico y pala remueven la base asfáltica deteriorada; no se exige a los contratistas la aplicación de sistemas de construcción de última tecnología, lo que encarece la obra pues aumenta los tiempos, afecta la calidad y atenta contra el empleo estable por el cierre de muchos establecimientos de comercio. Si le sumamos la ausencia de mantenimiento oportuno, tenemos el triste resultado de un una red de infraestructura frágil e insuficiente para mejorar nuestro nivel de crecimiento.
Los desaciertos en la adjudicación de los contratos, agudizan la crisis, por la debilidad financiera de las empresas de ingeniería, dependientes de los recursos públicos, lo que dificulta la programación de las obras. La falta de fluidez en los desembolsos y la complejidad de los diferentes procesos de auditoría terminan por romper cualquier estimativo de tiempo o de presupuesto, lo que hace que las obras permanezcan inconclusas o avancen con desesperante lentitud, como pasa con la calle 5ª en el sector histórico o con la doble calzada en la vía Pomona.
El problema se sintetiza en la deficiente capacidad ejecutora de nuestros gobernantes; Basta con visitar países vecinos como el Ecuador, en el pasado con dificultades viales más críticas, para admirar mega proyectos viales y obras de infraestructura que nos producen envidia.
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