EDUARDO NATES LOPEZ
Con frecuencia inusitada, el Cauca es mencionado en los noticieros, casi siempre para malas noticias. Una de estas es el sistemático informe sobre la “toma de la carretera Panamericana” por los sectores indígenas y ahora los campesinos, mecanismo que se ha convertido en un “chantaje” de gran efectividad para llamar la atención del gobierno y la comunidad en general, con un detrimento incalculable en la productividad de la región. Pero finalmente acaba presionando la firma de compromisos que, más adelante, se le exigen al gobierno perentoriamente y éste se ve obligado a cumplir.
La construcción de la doble calzada del tramo de carretera que une a Popayán con Santander de Quilichao es una necesidad impostergable del sistema vial nacional, el cual en casi todo el país ya cuenta con unos desarrollos de excelentes especificaciones. Pero al adentrarse en el mapa del departamento del Cauca, por cualquier costado, aparecen las carencias. ¡Qué decir del trecho entre Popayán y Pasto! cuyo deterioro sistemático nos mantiene diariamente al borde de quedar desconectados de Nariño y la región fronteriza con el Ecuador. La importancia de este proyecto es de carácter trasnacional. Tanto, que ha sido tema de repetidos ofrecimientos de campañas electorales del orden nacional y local (…y arriesga a continuar siéndolo…)
En el análisis de las dificultades que han ido aflorando en la ejecución de estas obras hay una de profundo calado: Cuando se plantearon las especificaciones para la oferta pública, hacía parte de los pliegos la Certificación 856 de 2013, en la cual el Director de Consulta Previa del Ministerio del Interior, en los 2 primeros puntos, dice que: “NO se registra la presencia de Comunidades Indígenas, Rom, Minorías, Comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras en el área del proyecto: SEGUNDA CALZADA SANTANDER DE QUILICHAO-POPAYAN”. Y en el tercero dice: “Si el ejecutor del proyecto… llegare a identificar afectaciones directas a una o más comunidades étnicas, antes, durante o después de la ejecución… deberá informar de inmediato a la Dirección de Consulta Previa del Ministerio del Interior y solicitar que ésta inicie el proceso de consulta.”
A este paso, hoy hemos llegado a requerir ya 19 consultas previas y posiblemente 6 más, para un total de 25 concertaciones con comunidades que “aprovechan” para plantear toda suerte de necesidades básicas insatisfechas (acueductos, alcantarillados, escuelas, puestos de salud, etc. etc.) que llevan las exigencias a un valor final imprecisable e inalcanzable. Adicionalmente, las inversiones efectuadas por los constructores, en la etapa pre-construcción, están rondando los ¡$166 mil millones! Contando además con el enlace condicional entre las consultas previas y las licencias ambientales, que hace que estas licencias pierdan su vigencia y haya que comenzar, sistemáticamente, un nuevo trámite…
Últimamente se han realizado foros y exposiciones públicas en Popayán y en Santander de Quilichao, donde el gobierno nacional ha concurrido a manifestar que “estamos cerca de iniciar las obras.” Pero el panorama jurídico del contrato; la situación de las licencias ambientales y consultas previas; y las perspectivas económicas del país definitivamente conducen a no creer en este iluso anuncio. El gobierno departamental actual tiene clarísima esta situación y debe explicar públicamente porque sus antecesores, con su incuria, consintieron la multiplicación “súbita” de comunidades y consultas que “surgieron”, paralelas al trazado…
Si volvemos al comienzo de esta columna, podría decirse que como recurso nos quedaría la opción de convocarnos a todos -indios, blancos y negros (como dice el himno del Cauca)- para hacer frente común, aplicando el mecanismo conocido de “tomarse la panamericana” para forzar el cumplimiento de este viejo ofrecimiento y justo anhelo de la vía: CALI-POPAYAN-PASTO-RUMICHACA, que conecte dignamente el suroccidente de Colombia, con el resto del país y del continente. Solo que nada justifica flagelarnos de esa manera…. No podemos seguir dándole tratamiento parroquial al tema pues sabemos que rebasa los ámbitos locales y regionales. Reiteramos que se trata de un proyecto de interés nacional, internacional y continental, como vía Panamericana que es. Toca exigirlo políticamente con la fuerza y decisión de un bloque suroccidental de trascendencia nacional, integrado por Valle, Cauca, Nariño y otros que quieran unirse, aprovechando además el momento de necesidad de una verdadera inversión de reactivación económica y social en una región azotada por todos los males posibles…