El cambio, una responsabilidad de todos

IVÁN YACE

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El artículo 37 de la Carta Magna de Colombia estipula “Toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Solo la ley podrá establecer de manera expresa los casos en los cuales se podrá limitar el ejercicio de este derecho”. En consecuencia, muchos sectores, gremios, asociaciones, colectivos, empresas e incluso funcionarios públicos del Departamento del Cauca se han amparado en este artículo para reclamar sus derechos, visibilizar el incumplimiento y los atropellos que sufren por parte de los entes estatales y en la mayoría de los casos dichas manifestaciones han dejado como resultado la toma de las vías de hecho con el fin de lograr la atención de las peticiones que demandan los manifestantes.

Sin embargo, este tipo de situaciones genera en algunos sectores indignación, incertidumbre, desesperanza y preocupación por el déficit económico que ocasionan estas movilizaciones y que conducen a la división de los pobladores imposibilitando co-crear espacios donde se dialoguen los temas de interés que demanda la sociedad y a través de acciones concretas se logren verdaderas transformaciones en los territorios. No obstante, nos encontramos ante una sociedad en la cual impera el individualismo y en la cual el término solidaridad ha sido remplazado con expresiones como los manifestantes “todo lo quieren gratis” o “todo lo quieren regalado”, o los calificativos de guerrilleros, marihuaneros, ladrones, desocupados, vándalos, etc., que se les atribuyen.

Si se analiza con detenimiento las protestas, éstas han sido adelantadas por estudiantes, docentes, transportadores, moto taxistas, indígenas, campesinos y empleados lo que lleva a concluir que han sido familiares, colegas, e inclusive nosotros mismos quienes en algún momento hemos levantado una voz de protesta por la violación de los Derechos Humanos, entonces me pregunto ¿por qué catalogarlos de esta manera?

Para nadie es un secreto que muchos de los no manifestantes se han visto afectados por el desabastecimiento de la canasta familiar, por no poder asistir a una cita médica, por no poder cumplir con funciones laborales sin embargo, se centran en su ego y olvidan que más de la mitad de colombianos sufre a diario y durante todo el año la incompetencia del gobierno lo que incluye ni siquiera ser dueños de su propia vida porque ésta se encuentra sujeta al poder de grupos armados y ante esto no hay ninguna garantía y luego de contemplar este panorama me cuestiono ¿somos justos al momento de reclamar nuestros derechos ?

Finalizando, considero que es importante evaluar el rol que desempeña cada ser humano para alcanzar ese tránsito de lo individual a lo colectivo, para encontrar mayores oportunidades y conseguir lo tan mencionado y poco trabajado, lo intersectorial. Es por ello que se necesita de voluntad y compromiso para cambiar la historia de nuestro país, no esperemos que los demás lo hagan ya que como lo menciona el francés Marcel Proust “Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”.