QUEIPO F. TIMANÁ VELÁSQUEZ
Advierto que no soy experto en café, pero como maestro me preocupa la economía del país y la economía de la región caucana, si el departamento tiene un predominante perfil agrícola, es preciso llamar la atención sobre ciertos aspectos.
Al igual que se requiere aprender todo el proceso de selección de semillas, preparación de terreno, tiempo de siembra y cosecha, proceso de despulpamiento, lavado, secado y transporte y venta del producto, exportación por parte de avezadas instituciones, es necesario también enriquecer la cultura que se crea alrededor del café, con compra y selección de semillas que permitan obtener cafés especiales, este es el plus que requieren en el Cauca, al igual que aprender el exigente proceso de cata de sabores de café.
Lo primero es reconocer que Colombia tiene una larga experiencia de cultivo y exportación de café en grano, gracias a la cual su monocultivo ha sido un renglón importante de nuestra economía desde inicios del siglo XX; como dato curioso nuestras universidades han estado de espalda a esta realidad, nunca ofrecieron un programa sobre este cultivo, dos centros de investigación han sido más precavidos de su investigación, siendo el más reconocido el de Chinchiná, para su asombro las universidades que ofrecen postgrados en cata de café y sus derivados están en Italia, país que no siembra una sola mata de café, hemos cumplido el papel de simples exportadores de materia prima, los países que lo compran, les agregan el plus del procesamiento técnico, lo procesan, lo ofrecen en empaques llamativos, en diferentes formas y obtienen la real ganancia de este producto.
La empresa Juan Valdés tardíamente se dio cuenta del poco consumo de nuestro producto estrella y ha empezado a establecer sus tiendas en donde ofrece café de diferentes regiones del país, diferentes preparaciones a partir del mismo y está educando a la sociedad para que valoremos y sepamos tomar buen café.
Los departamentos que han mantenido una tradición larga de este cultivo como son Quindío, Caldas, Risaralda y ciertas regiones de Antioquia, lograron el surgimiento de una clase media, que le permitió además de mejorar su vivienda, invertir en finca, mejorar su nivel de vida, enviar a sus hijos a la universidad y viajar al exterior; esto también sería para quienes se dedican al cultivo de café en el Cauca, mejoren su nivel de vida, para ello se requiere que nunca vayan a fallarle a la calidad, a lo largo de todo el proceso de cultivo y procesamiento del café, la calidad es el primer principio de la industria del Japón en todos sus productos, si llegas a fallar vendes una vez, pero difícilmente dos veces.
El cultivo del café demanda un proceso de renovación intenso, la edad promedio de los cafetales es apenas de seis años, esto garantiza que la productividad por hectárea incremente y mejore la economía del hogar.
Es necesario cuidar la sombra que demandan ciertas variedades y debemos garantizarla, al igual que cuidar de los cauces del agua que irrigan los cultivos, se han encontrado graves errores destruyendo la vegetación que debe proteger los cauces de los ríos.
En el presente la conectividad le permite al caficultor estar informado del acontecer nacional y mundial, ojalá se utilice esa conectividad para avanzar en selección de cafés especiales y si se presenta un buen momento como el presente respecto a venta de café, debemos estar capacitados para saber invertir en aspectos esenciales: mejoramiento de vivienda, inversión en finca, bienestar familiar, ahorrar parte de sus utilidades recibidas y ofrecer las mejores posibilidades para que sus hijos obtengan la mejor educación posible, al servicio de la región y del país.