FANDER LEIN MUÑOZ CRUZ
Recuerdo que por allá a finales de la década de 1990, nació el nieto de mi prima Esperanza; Nicolás, fue llamado por sus padres, creció en el barrio Tomas Cipriano de Mosquera y cómo todos los jóvenes de la época era díscolo y a veces hasta odioso, era entendible por su edad y yo ya un adulto que le doblaba en edad, pero cuándo llegó al final de la adolescencia, me vio en cada momento como un ejemplo a seguir, no solo por lo logrado personalmente, sino porque me emuló al estudiar Derecho. Y al ver lo habido por su conocimiento, no solo en la materia, sino en cultura general y hoy veo con gran orgullo que ese ejemplo que fue trasmitido por los abuelos, llegó a nuestros padres, a nosotros y a nuestros hijos, no fue adquirido en Cambridge, JEL, Harvard en ‘la extranja’ o en las locales Externado, Javeriana o Nacional, fue algo que aprendimos de generación en generación a ver en los adultos el buen ejemplo para ser buenas personas y de mis abuelos hoy cuatro generaciones después se siguen viendo los frutos, en la casta no noble sino campesina de Gonzalo y Teresa, abuelos maternos; hay Antropólogos de gran reconocimiento no solo nacional, sino internacional, Oficial del ejército, abogados, policías, enfermeras, biólogos, físicos, médicos, los más importantes maestros que enseñan y enseñaron a generaciones enteras, los preceptos dados por los abuelos. De Ezequiel y Gregoria (abuelos paternos) Policías honestos, héroes de la patria, ingenieros, contadores, abogados, enfermeras, médicos y los más importantes los que se quedaron en el campo que hoy alimentan con sus productos a parte de la población del sur occidente, escribo esta columna que me inspira Nicolás, mi sobrino político y Gabriela, mi hija; Juan Pablo mi sobrino de sangre y todos los hijos de mis hermanos, e hijos de mis primos que rinden homenaje con su gallardía a esos abuelos caucanos.