En la hidalga ciudad de Popayán, jóvenes artistas optaron por darle vida al pedestal donde estaba la estatua de Sebastián de Belalcázar.
Atrás quedaron los grotescos grafitis de los consumidores de alucinógenos, ahora hay tres murales que representan la diversidad cultural de una región como el Cauca, donde habitante negros, blancos, mestizos, indígenas, amarillos, en fin, diferentes culturas.
Este miércoles se citaron, en la cúspude del Morro de Tulcán, para plasmar sobre la estructura su visión que tienen de la cultura y de la historia del departamento, desde su experiencia de jóvenes inquietos, que buscan aportar a la construcción de una nación democrática y participativa.
“Somos artistas”
“No es un planteamiento guerrillero, ni de violencia, tampoco de vándalos. Todo lo contrario, somos jóvenes artistas que buscamos crear escenarios de ‘juntanza’ o de encuentro para convivir pacíficamente, integrarnos con el arte para dar un ejemplo a la comunidad”, explicaron los jóvenes al culminar esta obra, producto de la iniciativa de estos muchachos que hoy piden mejores condiciones sociales y económicas.
Es que estos ‘pelados’, integrantes de diversos colectivos artísticos y organizaciones sociales, se tomaron toda la mañana de ayer para plasmar las imágenes que reúnen las concepciones de las diferentes culturas del Cauca.
“Partimos de las exploraciones cuáqueras, con elementos de la cultura indígena, rescatando las concepciones sagradas de un lugar como el Morro de Tulcán, donde nuestros antepasados edificaron sus cementerios y que luego fueron usurpados, pero además cada quien aportó los elementos de su cultura, de su visión, porque somos el resultado de esta esa combinación cultural”, agregan los jóvenes.
Dejaron bien en claro que buscan terminar de ‘armonizar’ este área ancestral, luego que los misak hicieran su acto de justicia histórica al derribar la estatua de Sebastián de Belalcázar, reivindicando todas las manifestantes culturales que existen en una ciudad como Popayán.
Por eso en esta obra hay elementos de cultura negra, urbana, indígena, mestiza, citadina, porque fue realizada desde la concepción de cada artista.
“La historia la construimos todos”
“Resistimos desde el arte, no es una obra que busca imponer una sola visión, acá participaron muchos colectivos, organizaciones sociales y barriales, entonces es un gran ejemplo de inclusión y de convivencia desde la diversidad”, insisten los jóvenes, quienes gestionaron los elementos y herramientas para adelantar esta apuesta artística.
De ahí que apropiaran de este espacio, con la determinación de cambiarle la imagen, sin entrar a chocar con otras concepciones sobre lo que dicho lugar representa, porque consideran que la historia, con sus representaciones, son construcciones comunitarias.
“Ahora si es un monumento incluyente, porque la cultura no se impone, se construye, además hay muchas ideas, concepciones, visiones. Mi padres me puede decir que este monumento fue un aporte de su generación, pero mi abuelo puede desvirtuarlo y argumentar que ellos fueron los primeros en edificar este espacio, es que en el arte y la historia no hay verdades absolutas”, manifiestan los responsables de este acto cultural.