¡El Amo Ecce Homo, fenómeno de masas!

Alvaro GRijalba G. WEBÁLVARO ORLANDO GRIJALBA GÓMEZ

La más grande expresión de fe y religiosidad del pueblo payanés y caucano es sin lugar a duda alguna, la devoción al Santo Ecce Homo de Belén, una hermosa escultura de talla en madera policromada, de origen quiteño del Siglo XVII, que simboliza a Jesús de Nazaret, lacerado, coronado de espinas, atadas sus manos, sosteniendo una caña como cetro y con capa de purpura, en el momento que Poncio Pilatos, el gobernador romano de Judea, lo presenta ante el pueblo judío y les dice: “Ecce Homo”, “Éste es el Hombre”, según el Evangelio de San Juan(19:5).

La imagen original, que se venera en el Santuario de Belén situado en la bella colina que lleva su nombre, hermoso mirador desde donde se divisa nuestra amada Ciudad Procera, fue traída a Popayán en 1680, sin policromía desde Pasto, por don Juan Antonio de Velasco. Doña Jerónima de Velasco y Noguera y su esposo el Capitán Joseph de Morales Fábrega, la hicieron perfeccionar y encarnar a su costa, y la mantuvieron en su oratorio privado durante más de treinta años.

Las alhajas de oro y plata para la Sagrada Imagen fueron costeadas por sus hijas y su yerno Don Pedro de Ante y Mendoza. En el año 1717 ésta querida familia, la cedió para el culto público, inicialmente en la Catedral, y de allí pasó al Santuario donde hoy es venerada por miles de feligreses y fervientes devotos de todas partes del mundo.

La imagen del Santo Ecce Homo reposa sobre un imponente trono en láminas de plata repujada, obra del gran Maestro y pintor payanés Don Luis Carlos Valencia Guevara, elaborado en 1954, que merece por la grandeza de esta obra y joya del arte de este genial artista, describirla en los términos referenciales de esa época, como un trabajo que: “enmudece la lengua y se queda en suspenso la pluma para decir que esa maravillosa obra nos revela en sus proporciones, en sus motivos ornamentales, originales, en los que prevalece la fantasía y riqueza de la ornamentación antigua de estilo barroco, combinando las hojas de acanto, los leones, florones, ramos de uvas y toda la gama del arte que eternizaron los grandes orfebres del Renacimiento ”.(G.M.C.)

La grandeza del artista payanés, igualmente plasmó en el trono de plata las insignias de la Pasión de Cristo y el Escudo de Popayán, con el amor y el arte ilimitado que caracterizaron al gran Maestro Luis Carlos Valencia Guevara, quien con sus conocimientos y estudios adelantados en España en distintas áreas de las artes, también le regaló a nuestra Ciudad, el altar del Espíritu Santo y la esplendente Cruz en plata repujada para el Cristo de la Iglesia de San Agustín.

Honor y homenaje al Maestro, al artista, al hijo de esta Ilustre Ciudad que le vio nacer, y al amigo que nos privilegio con su afecto, su amistad y el de su familia desde niños, y cuyo nombre debe quedar gravado para la historia en estas joyas de su arte que asombrarán sempiternamente a cuantos las vean.

Recientemente la singular imagen del Amo de Belén, fue restaurada volviendo a recuperar su esplendor original, y es la que desfila procesionalmente en dos ocasiones así: una en la llamada procesión de las mujeres en la que solo alumbran damas y baja del Santuario de Belén hasta la Iglesia de San Francisco, y la otra la de los hombres el Primero de Mayo, fecha en la que se celebra su solemne fiesta desde hace más de trescientos años, que congrega a miles de devotos de todas las condiciones sociales, que con velones, hachones y velas, fervorosamente en multitudinaria procesión plenos de fe, regresan a su Santuario la Milagrosa Imagen.

Estas celebraciones religiosas son organizadas por la Junta Pro Culto al Santo Ecce Homo de Popayán, organización cívica religiosa que data desde 1941.

Existe una réplica del “Amito”, que fue tallada por el escultor español José Asencio Lamiel en 1960, por encargo del expresidente Guillermo León Valencia, artista que se trasladó desde España a Popayán para cumplir este encargo, y es la que desfila en las procesiones de la Semana Santa.

Lo cierto es que nuestro “Amo Ecce Homo de Belén”, es un indiscutible fenómeno de masas y de fe cristiana como pocos en el mundo.