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El gobernador Oscar Campo está invitando a todos los caucanos a una movilización ciudadana por la paz el 14 de septiembre. La invitación dice: “encuentro a partir de las 8:00am a la altura del colegio las salesianas para marchar hasta el parque de Caldas”. Y claro que sí, allí tenemos que estar. Es un imperativo moral, una cita con la historia.
Una movilización de esta naturaleza sirve para reflexionar sobre un tema fundamental para la convivencia de nuestra región. Caminar es ir dejando huella en el corazón del caminante sobre la ilusión de paz que ya gravita en el espíritu de cada uno de los ciudadanos de la región.
Una movilización ciudadana desde el Cauca, es un mensaje poderoso al mundo entero de la vocación de paz que tenemos la mayoría de los caucanos afectados directa o indirectamente por un conflicto armado, cruel, macabro y sangriento que no queremos volver a vivir.
Marchar en el Cauca en los días que miles de colombianos se enfrentan al dilema de votar un plebiscito por la paz, es contribuir con argumentos reales a un “sí contundente” desde uno de los departamentos más destrozados en todos los sentidos, por la desgracia de la guerra.
Marchar por la paz por las calles de Popayán, sirve para escuchar con el corazón las voces que nos dan argumentos y testimonios sinceros para motivar el voto por el fin de la guerra, y pensar con cabeza fría la necesidad de ser contundentes en el clamor de la paz.
Una marcha de caucanos por la paz tiene implícito el clamor para que nunca más nuestros niños vayan a la guerra, para que nunca más mujeres jóvenes se queden viudas criando hijos como pueden, para que nunca más haya madres llorando la muerte de sus hijos asesinados mientras prestan servicio militar, para que nunca más los padres tengan que sepultar a sus hijos en la flor de sus años.
Marchar por la paz nos servirá a todos para pedir perdón como sociedad civil. Pedir perdón por el miedo terrible que nos llevó a ser un pueblo de apariencia indiferente frente a la guerra y sus víctimas, por nuestros silencios y cabezas gachas frente a los horrores vividos por nuestros campesinos, por nuestros afros, por nuestros indígenas, por todos los que han sufrido “el horror de la terrible noche”.
Marchar para que a partir de ahora impere la libertad de expresión, y tengamos periodistas con voluntad y capacidad de denunciar lo que pasa en el Cauca sin miedo y abandonados al bochorno del silencio para poder sobrevivir.
Marchar para participar y hacer parte del momento histórico que vive Colombia, porque como caucanos no nos podemos dar la espalda a una convocatoria que marcará la fecha de un país antes, y el país que será después de la firma de paz con la guerrilla.
Marchar para decirle al gobierno nacional que en el Cauca todos hemos sido víctimas de la guerra, el miedo de la guerra, la impunidad de la guerra, y del abandono del Estado por esa guerra. Marchar para decirle al Estado que ya no tendrá pretextos para no invertir en el departamento y permitirnos salir del atraso económico e industrial que los caucanos padecemos.
Marchar para que el dolor de las víctimas, de todas la víctimas y de todos los muertos, tenga un espacio en la conciencia colectiva y nunca los olvidemos, pero también para que las nuevas generaciones entienda de una vez y para siempre, que la guerra no es el camino, que la paz es, y será, la cuna y jardín de mejores oportunidades.
Marchar como un proceso pedagógico para sintonizarnos con nuestros líderes en busca de la armonía, la convivencia, el buen trato, la cultura ciudadana, el espíritu sereno…
Marchar. Sí, en el Cauca vamos a marchar por el fin de la guerra porque queremos ser “Territorio de Paz” y la paz se construye desde gestos pequeños, caminando uno a otro, sumando voluntades, soñando lo mismo, queriendo lo mismo.
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