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DIEGO FERNANDO SÁNCHEZ VIVAS
El 26 de enero de cada año se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental que tiene su origen en 1975, año en que se realizó en Belgrado el Seminario Internacional de Educación Ambiental, donde participaron expertos de más de 70 países.
La educación ambiental es un proceso dinámico y participativo que busca despertar en la población una conciencia que le permita identificarse con la problemática ambiental tanto a nivel global como local. También busca identificar las relaciones de interacción e independencia que se dan entre el entorno y el género humano, y promover una relación armónica entre el medio natural y las actividades humanas a través del desarrollo sostenible con el fin de garantizar el sostenimiento y supervivencia de las generaciones actuales y futuras.
La Constitución de 1991 consagró dentro de los muchos aspectos positivos, la importancia que debe el Estado a la protección del ambiente y los recursos naturales. Así, el artículo 79 de la Carta Fundamental señala en su parte pertinente: ” Es deber de Estado proteger la diversidad e integridad del ambiente, conservar las áreas de especial importancia ecológica y fomentar la educación para el logro de estos fines”. Más adelante, el artículo siguiente del mismo ordenamiento jurídico dispone que: “El Estado planificará el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales, para garantizar su desarrollo sostenible, su conservación, restauración o sustitución”.
Dichas normas están enmarcadas dentro de lo que podría denominarse una nueva concepción global que propende por la toma de conciencia de la importancia de conservar los recursos naturales y el ambiente. El hecho de que esta tendencia mundial se haya traducido en la incorporación progresiva de sus aspectos fundamentales en normas de derecho positivo de la gran mayoría de países del mundo, constituye una muestra significativa del cambio de mentalidad que ha empezado a operar en los últimos años con relación a los temas ambientales.
No podía ser de otra manera, si se tiene en cuenta la difícil coyuntura actual derivada del cambio climático, el efecto invernadero y los efectos de la minería ilegal cuyas consecuencias las vemos palpables en las cuencas de los ríos que surcan nuestras tierras, con un caudal notablemente disminuido y todo lo derivado de dichos efectos. A raíz de estos episodios es que se está adquiriendo una verdadera conciencia ambiental. Más allá de las disposiciones legales que buscan proteger los recursos naturales y el ambiente, debemos mirar el efecto de dichas normas en la conciencia colectiva de la comunidad.
Esto debe traducirse en el comportamiento positivo de la sociedad en la defensa del ambiente fomentando una educación en este sentido y materializando acciones efectivas para su protección, ya que de esto depende la supervivencia del género humano. De ese tamaño es el reto.
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