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Los psicólogos definen la depresión como una enfermedad o trastorno mental que se caracteriza por una profunda tristeza, decaimiento anímico, baja autoestima, pérdida de interés por todo y disminución de las funciones psíquicas. Al parecer, estamos transitando los años de la depresión en nuestra región, parece una epidemia que requiere múltiples acciones para erradicarla.
Aún está vivo en la memoria de muchos, un hecho sucedido a comienzos del presente año en las afueras de Ibagué. La mujer que se lanzó del puente de la ‘vida’, con su pequeño hijo. El caso conmocionó a miles de personas, a través de redes sociales luego que medios y periodistas locales, transmitieron en directo el insuceso y la angustia de quienes trataron de salvarles, infructuosamente la vida.
Aterrizando el tema a nuestra comarca, las estadística preocupante tanto en Popayán como en el Cauca son preocupantes y solo para seleccionar un lapso de tiempo, en el presente año ya se contabilizan varios casos de autoeliminación y otros tantos intentos de autolesionarse; un verdadero problema de salud mental que requiere medidas urgentes para evitar que siga pasando.
La depresión no respeta estrato social. Está demostrado. Hace pocos días, en un fin de semana, se conocieron dos nuevos casos de jovencitas que aún no habían alcanzado la mayoría de edad. Una en Boquerón, perteneciente a una familia humilde y otra en el seno de una familia del Vergel. La única diferencia entre ellas dos era el estrato social al que pertenecían; por el contrario, tenían mucho en común: bonitas, alegres y sin aparentes problemas.
La depresión tampoco respeta edad. También, se han autoagredido personas mayores en este corto tiempo. Lo que sucede es que los casos que involucran a jóvenes generan mayor dolor.
¿Dónde puede estar la génesis de lo que está generando la depresión en estos tiempos? La familia, es el eje de la sociedad y su funcionar años atrás, era el de un padre proveedor, una madre ama de casa al cuidado de los hijos, ese modelo ya no existe o ya es muy escaso, ahora mutó, a un modelo que muchos llaman familia moderna y expertos llaman familias disfuncionales, padre y madre proveedores e hijos con niñeras, madres o padres cabezas de familia, entre muchas otras figuras, en donde la prioridad es conseguir el sustento, antes que la orientación y acompañamiento de los hijos, quienes han encontrado refugio en las drogas, la internet y las redes sociales.
La responsabilidad de combatir la depresión no es solo de las autoridades o de las instituciones. Al interior de las familias y los colegios, es donde se supone, que es mucho más fácil advertir los patrones que podrían desencadenar en tendencias de autoagresión, como cambios bruscos emocionales, tristeza, ansiedad, aislamiento, consumo de alucinógeos u otros. Los especialistas sugieren que se rompa el tabú que existe a su alrededor y que la sociedad hable abierta y directamente del tema, y que las autoridades locales, además de una línea amiga, generen otras estrategias que en realidad logren resultados contundentes.
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