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    Editorial: S.O.S. por la Amazonía

    En los últimos días hemos visto en redes sociales, toda clase de informaciones relacionadas con los incendios forestales que se están tragando una extensa zona de la Amazonía, en especial en Brasil y en Bolivia. Son imágenes dantescas con mensajes desoladores, que aunque rayan en el extremismo, no dejan de ser preocupantes para el futuro de nuestro planeta.

    Y no es para menor porque la última gran reserva forestal del planeta está en llamas. Los reportes más conservadores advierten que en territorio brasileño ya los incendios voraces consumieron, por lo menos, 500 mil hectáreas del último pulmón del mundo. Recordemos, para hacer más cercano este mensaje editorial, que nuestro Departamento del Cauca tiene el privilegio de tener una parte de ese ecosistema selvático, el cual a propósito, como pasa con gran parte de la Amazonía en nuestro país, está siendo devastada por la tala indiscriminada, tema al que poco interés le prestan nuestros gobernantes, tanto en el ámbito nacional como regional.




    Volviendo a los incendios, las miradas por este crimen e posan sobre el presidente brasileño Jair Bolsonaro. Las medidas adoptadas por su Gobierno han permitido la acelerada deforestación de la Amazonía en esa jurisdicción.

    Aseguran estudios, que la parte brasileña de este ecosistema ha perdido más de 3.000 kilómetros cuadrados de área boscosa, desde que Bolsonaro asumió el cargo en enero; un aumento de 39% respecto al mismo periodo del año pasado. La deforestación está abiertamente ligada a la oleada de calor e incendios que azotan al gigante suramericano.

    A mediados de este mes en curso, representantes de la Iglesia Católica se reunieron en la sede de la Conferencia Episcopal Colombiana, en Bogotá, para acordar el mensaje de conservación de la Amazonía que 15 obispos colombianos llevarán al Papa Francisco en octubre próximo.



    En Roma será el ‘Sínodo de la Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral’. La convocatoria se da a instancias del propio Papa Francisco, quien ha mostrado verdadero interés y preocupación por detener el crimen ecológico contra la Selva Amazónica en los nueve países suramericanos por donde se extiende este pulmón.

    El mundo se movilizó tras conocer del incendio que consumió parte de la estructura de la Catedral de Notre Dame. En esta oportunidad ha reinado la apatía y el desinterés; como si la humanidad no tuviera el deber de cuidar un ecosistema que, en buena medida, ha servido para detener el calentamiento global.

    Sumarse a la preocupación de la Iglesia Católica servirá para sensibilizarnos sobre la acción, inaplazable, de cuidar la Amazonía suramericana. Sumar acciones puntuales de Gobiernos, empresas transnacionales y Organizaciones No Gubernamentales será determinante en la conservación integral. Las imágenes que están saliendo al mundo son aterradoras y devastadoras y es perentorio detenerlas.