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La semana anterior se conoció de una situación violenta en la que la comunidad de un barrio del sur de la ciudad evita un asalto a una ciudadana pero termina incinerando la motocicleta en la que los dos delincuentes se movilizaban, que dicho sea de paso, se salvaron de ser linchados al poder escapar de la agresiva muchedumbre. Fue una escena que tuvo que ser controlada por varios policías y por el cuerpo de bomberos de la ciudad que apagaron el fuego que consumía el automotor.
La situación al ser reportada en redes sociales a través de fotografías, generó complacencia de los internautas, quienes aprobaban el accionar de la gente, sin pensar en las consecuencias de este tipo de actos que se conocen como justicia por mano propia.
Situaciones de este tipo se repitieron el año anterior. De ellos recordamos tres situaciones ocurridas en diversos sectores de nuestra capital, incluyendo uno en el que el presunto delincuente alcanzó a ser golpeado por varias personas y al final la policía termino protegiéndolo.
Ahora bien, hay que ser claros en que, sea quien sea la persona a la que quieran linchar, todos los hechos en los que se quiere hacer justicia por mano propia, como lo hemos dicho con insistencia en anteriores editoriales, son vergonzosos y repudiables.
Si roban o no, son las autoridades las obligadas a hacer cumplir la ley. Ningún delito justifica que una turba enardecida tenga que aplicar la barbarie.
Es cierto que la Justicia necesita una reforma urgente porque cada vez son más los delincuentes reincidentes que saben que el sistema es permisivo e insuficiente, sin embargo, no hay excusas para un salvajismo social.
Lo peor es que pareciera que se disfrutara esa violencia (por la cantidad de videos que vemos a nivel nacional) no solo en el sitio donde ocurre y se graba cada instante, sino después al compartirse en video cientos de veces de celular a celular, sin tener en cuenta la dignidad de los sospechosos ni de sus allegados: padres, hermanos, hijos y parientes menos cercanos.
Hasta ahora no hay ningún reporte de la Policía Metropolitana que indique cuántas personas participaron en la quema de las motocicletas y los golpes a los presuntos delincuentes. Eso sí, las autoridades no solo deben evitar un linchamiento, sino también identificar y procesar a todo aquel que se involucre violentamente teniendo como único referente la ley del talión.
Sí, la ciudadanía se cansó de la delincuencia y desconfía de la aplicación de las leyes a los bandidos, sin embargo, no se puede seguir permitiendo la premisa de justicia por mano propia porque de quemar una motocicleta de un supuesto ladrón se puede pasar fácilmente al linchamiento de una persona, que así haya cometido el peor de los delitos debe quedar a disposición de las autoridades competentes.
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