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El reciente estudio sobre el uso y el abuso que hacen los niños y adolescentes a las redes sociales y las herramientas de Internet, el cual lo dio a conocer una importante empresa de telefonía móvil que opera en nuestro país junto a una reconocida universidad, debe despertar consciencia y alarma entre padres de familia, educadores, tutores y acudientes responsables de jovencitos entre 10 y 16 años.
Nadie puede poner en duda las bondades de las redes sociales, ni el aporte que le han hecho a las comunicaciones entre los miembros de una sociedad. A través de ellas millones de personas de todo el mundo se comunican, intercambian ideas, se enteran de lo que está pasando a miles de kilómetros de distancia, participan de proyectos conjuntos y hasta se reencuentran con seres de los que hace muchos años no saben de ellos.
Sin embargo, esta maravilla en las comunicaciones tiene muchos riesgos y peligros, si no se sabe utilizar y si, como en el caso de los niños y adolescentes, no se toman las precauciones para que personas interesadas en causar el mal o en producir efectos peligrosos en ciertos navegantes, no se aprovechen de su curiosidad, o de su ingenuidad, o simplemente de su ignorancia.
Y así lo ratifica el estudio en mención, que evidencia cuáles son los usos que le están dando al internet los niños entre los 9 y 16 años en Colombia, con un diagnóstico que revela los hábitos de uso que los jovencitos hoy en día tienen de los dispositivos, los lugares en donde normalmente se conectan y el tiempo que pasan en la web.
La premisa que señala que el 75% de los menores de edad encuestados para el estudio usan su equipo smartphone para conectarse a Internet, pone en claro que hoy por hoy el ingreso a la web se puede realizar libremente y sin mayores restricciones. De aquí la importancia de que los padres de familia, los maestros, las autoridades educativas, los tutores y en general las personas que tienen la responsabilidad de cuidar y enseñar a menores de edad, estén atentos a cualquier hecho que pueda poner en riesgo la seguridad y la integridad de estas personas.
Y no es para menos ya que lo grave es que este peligroso avance de las comunicaciones, no tiene control ni parece haber una autoridad dedicada a su seguimiento, su revisión y a advertir a la población vulnerable sobre los riesgos que tiene usar indiscriminadamente las herramientas de Internet y los cuidados que se deben tener para evitar que aquellas presas fáciles, como son los jóvenes, caigan en las garras de los delincuentes digitales.
Pero no todo puede ser vigilancia casi policiva sobre los hijos. Se podría perfectamente aprovechar toda esta coyuntura tecnológica para escuchar y dialogar con ellos sobre sus inquietudes, y a estar pendientes de sus relaciones interpersonales.
Tal vez lo que los adultos necesitan entender es que para los niños de hoy en día, los espacios en línea no son una distracción, sino un lugar donde establecen relaciones en el mundo real y experimentan con quienes son.
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