Editorial: Los andenes de Popayán

El solo enunciado de este asunto es crítico en Popayán por varias razones: el estado actual de los andenes de la ciudad, el derecho que tiene la ciudadanía al pleno uso y goce de tal espacio público y todo lo que exige el cambiar el inmenso número de obstáculos y obstrucciones que en estos hay.

A lo anterior se suma que es imperativo e inaplazable el dar una solución real a un problema que persistentemente ha sido relegado, como si fuera adjetivo, cuando es sustancial y la administración municipal tiene la obligación legal de garantizar a la ciudadanía el pleno uso y goce de algo tan elemental como las aceras, que la Ley consagra que están destinadas exclusivamente para la circulación de los peatones.

Y para muestra el ‘botoncito’ de la llamada manzana 99, en el sector de El Anarkos, en la que, el cerramiento de la edificación para evitar que ocupen de nuevo los locales de este malogrado centro comercial, literalmente se tragó una de las acercas de la calle 6, situación que pone en peligro a los peatones que transitan por esta céntrica zona payanesa.




Tal como lo demostramos con nuestro informe fotográfico del pasado jueves, en los andenes que hay en la ciudad hay obstáculos, obstrucciones, invasiones, trampas, falta de continuidad, desniveles, entre predios colindantes hay muchos que son incompatibles entre sí y, en más de un lugar, no los hay. Sin olvidar que para las personas discapacitadas es absolutamente imposible transitar por ellos.

El estado actual de los andenes atenta y pone en permanente y grave riesgo la integridad física del ciudadano común, le burla el derecho que tiene a utilizarlos y disfrutarlos, vulnera la seguridad pública.

Lo anterior es consecuencia de que el desarrollo arquitectónico de la ciudad no obedece a una planeación futurista, razón por la cual esta parte del espacio urbano no tiene continuidad en su superficie.

La situación exige un profundo estudio técnico, económico y jurídico para buscarle solución a tan grave falencia de Popayán como urbe, el que debe hacerse barrio por barrio, cuadra por cuadra.

Tanto la Ley como numerosas sentencias judiciales resaltan que los alcaldes tienen la obligación de garantizar el derecho de los ciudadanos al goce de estas zonas de uso público y, además, de evitar su vulneración, obstrucción, invasión y destrucción.

Esta es una tarea pendiente y es necesario que todo ciudadano que aspire a ser alcalde de la ciudad, exponga con claridad los planes de solución que tiene para tan grave problema citadino.